Piltrafillas, mi primera reseña del año es para Valerian y la ciudad de los mil planetas, adaptación al cine de la obra en cómic de Jean-Claude Mézières y Pierre Christin a cargo del francés Luc Besson, director, productor –bueno, su esposa, pero todo queda en casa– y guionista de esta película con la que ha tirado la casa por la ventana, invirtiendo en efectos visuales a mansalva y un elenco que incluye a Dane DeHaan, Cara Delevigne y Clive Owen, con colaboraciones más o menos extensas de Ethan Hawke, Rutger Hauer, la mismísima Rihanna o la voz de John Goodman. La historia que se nos cuenta comienza con la inauguración conjunta entre los Estados Unidos y la Unión Soviética de la estación espacial Alpha, en el último tercio del siglo XX. Poco a poco van uniéndose al proyecto diversas naciones y más tarde otros planetas. Así, a mediados del siglo XXII, la estación es ya una metrópolis en constante expansión donde moran y comparten conocimientos especies de todo el universo. Pero llegado el límite de expansión al alcanzar su masa crítica y suponiendo un serio peligro para la Tierra alrededor de la que orbita, las autoridades deciden liberarla del campo gravitacional y dejar que se aleje en el espacio hacia los confines del cosmos en busca de nuevos mundos. 400 años más tarde, el mayor Valerian y la sargento Laureline son un pareja de agentes espaciales encargados de mantener el orden, que son enviados a una misión en Alpha, ahora conocida como la ciudad de los mil planetas. A mil cien millones de kilómetros de distancia de la Tierra, con una población de 30 millones de seres de más de 300 especies de todo el universo y una economía en recesión, Alpha está amenazada por una misteriosa zona radiactiva en su centro. Valerian y Laureline deberán identificar la fuente de la radiación y salvar el futuro de la humanidad.
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