Aquí estrenada como Barry seal –esa puta manía de traducir los títulos–, vaya por delante que en mi opinión esta American made es un acto fallido que no funciona ni como denuncia –pese a ser conocidas por casi todos, las prácticas que se relatan son escandalosas– ni como película de acción y espectáculo, algo a lo que Cruise nos tiene acostumbrados y que aquí brilla por su ausencia. Además, se ha querido dar un tono jovial a la narración que en una historia de este tipo no creo que sea lo más adecuado. Para quien no haya leído la sinopsis, lo que nos cuenta en imágenes Doug Liman –con quien Cruise ya había rodado la mucho más interesante Al filo del mañana, vista aquí– es el ascenso al olimpo narco y posterior descenso a los infiernos de Barry Seal, un joven piloto de la TWA que es reclutado por la CIA y se convierte –con la connivencia de la Agencia– en un traficante de drogas y armas para el cártel de Medellín, amasando una fortuna incalculable.
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