domingo, 3 de diciembre de 2017

Goma-2 (1984)


Amiguitos, supongo que a la mayoría os pasará como a mi, que identificaréis al barcelonés José Antonio De la Loma con títulos como Perros callejeros, Los últimos golpes del Torete o Yo, el Vaquilla, ejemplos de lo que se dio en llamar el cine quinqui. Sin embargo, la filmografía del realizador es algo más extensa que eso y fue uno de los directores acostumbrados a trabajar en coproducciones internacionales con estrellas de Hollywood en horas bajas como Chuck Connors, George Peppard o –como en el caso que hoy me ocupa– Lee Van Cleef. Así pues, hoy os quiero hablar de Goma-2, una cinta de acción que mezcla el género revenge con el terrorismo de ETA y que fue conocida como Killing machine en Estados Unidos, donde se lanzó en VHS en una colección para amantes de la serie B denominada Sybil Dannings' Adventure Video. Escrita y dirigida por De la Loma, nos cuenta como Chema es un antiguo terrorista de ETA que ahora transporta fruta por Europa en su Volvo. En uno de sus viajes através de Francia, unos agricultores franceses pagados por Julot, un mafioso sin escrúpulos, le atacan y queman su camión matando a su esposa embarazada. Cuando Chema ve que la justicia esta comprada por Julot, se cala la txapela y pide ayuda a sus excompañeros terroristas para que le den explosivos y así poder vengarse junto a su cuñado Tony. 


Lo cierto es que el argumento es inverosímil y bastante hilarante, sobre todo porque De la Loma se tomó muy en serio poner en imágenes la historia e intentar que los protagonistas interpretasen sus papeles como si les fuese la vida en ello. El trabajo recayó en Jorge Rivero, actor mexicano de padre catalán, Ana Obregón en un breve papel que le abriría las puertas para participar en varios episodios de Hospital General o El equipo A, el televisivo Willie Aames –muy conocido en España por protagonizar la serie Con 8 basta–, la actriz Margaux Hemingway, atormentada por el alcoholismo, las drogas y la depresión en uno de los papeles menores que alternó con su faceta como modelo y el mencionado Lee Van Cleef, verdadero reclamo de la cinta y todo un mito malvado de la gran pantalla a esas alturas. También cabe destacar la presencia de Richard Jaeckel, un secundario norteamericano de lujo. Con todo ello y pese a la falta de presupuesto en efectos especiales y localizaciones –supongo que la mayor parte se fue en pagar el sueldo en dólares de Van Cleef– se trata de una entretenida película ochentera que ningún amante de aquellas tardes de domingo de videoclub puede perderse.

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