La segunda reseña de este domingo es para The love witch, escrita, producida, dirigida y montada por Anna Biller, que también es la diseñadora de vestuario y escenarios, además de compositora de una de las canciones de la banda sonora, toda una Juan Palomo –Jane Dove en este caso– que nos ofrece una extraña película deudora de las antiguas cintas de horror de la Hammer. La historia que nos cuenta es la de Elaine, una joven y guapa artista que tras la muerte de su primer marido necesitó tratamiento psiquiátrico para superarlo. Luego se estableció en San Francisco y se dedicó a bailar en un espectáculo de burlesque. Ahora, gracias a la ayuda de Barbara y su marido –pareja de amigos seguidores del culto wicca que la introdujeron en el mundo de la brujería– se establece en una apartamento en el interior de un caserío gótico ubicado en una localidad indeterminada del valle de Sacramento. Allí conoce a Trish, la corredora de fincas, una decoradora de interiores enamorada de la estética victoriana. Elaine le cuenta a su nueva amiga que desde que superó la pérdida de su marido, está decidida a encontrar a su príncipe azul. Para ello, tiene la determinación de ofrecer a los hombres lo que esperan de una mujer, que sea dulce y débil, dispuesta a ser cuidada haciéndoles sentir fuertes y varoniles. Para ella, el sexo es una inmejorable manera de conseguir el amor de un hombre, que es lo único que ansía. Tales ideas chocan con la mentalidad de Trish, mujer casada a la vez que trabajadora e independiente, que opina que la vida no es un cuento de hadas ni los maridos son príncipes. Sin embargo, Elaine pone toda su alma en la búsqueda de un nuevo amor. Así, además de pintar, se dedica a elaborar cremas, velas y pociones –ya sabéis, infusiones de tampones en orina con hierbas alucinógenas y cosas así– para sus sortilegios con el objetivo de atraer a los hombres, a quienes es capaz incluso de subyugar con su penetrante mirada. Pero los hombres a los que seduce acaban tan obsesionados que acusan una enfermiza dependencia de la joven, que lo que necesita no es cuidar a sus pretendientes sino un hombre fuerte que la haga sentir protegida. El problema es que sus hechizos son tan fuertes que incluso provocan la muerte de aquellos que caen en su influjo. Así que no es de extrañar que la policía comience a investigar cuando aparece el primer cadáver. Sin embargo, Elaine parece haber encontrado al fin al hombre de sus sueños, el apuesto príncipe que va a hacer que su vida cambie y encuentre la felicidad y la estabilidad. O eso cree ella.
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