domingo, 12 de marzo de 2017

Tarde para la ira


Esta semana también hay reseña de una de las triunfadoras de la pasada edición de los premios Goya, la estupenda Tarde para la ira, el debut tras las cámaras de Raúl Arévalo –autor también del guión junto a David Pulido– a quien muchos recordaréis por su papel de coprotagonista en La isla mínima, otra de las grandes películas españolas de los últimos años y de la que ya os hablé aquí en su día. Protagonizada por el trío formado por el incombustible Antonio de la Torre, Luis Callejo y Ruth Díaz –aunque el Goya al mejor actor de reparto se lo ha llevado este año Manolo Solo por su pequeño papel–, la opera prima del actor y realizador madrileño nos cuenta como, tras salir de prisión después de cumplir ocho años de condena por su participación como conductor en un atraco, Curro se ve envuelto en una venganza que trastocará sus planes de iniciar una nueva vida junto a su pareja. 


Amiguitos, esta Tarde para la ira es estupenda. La historia, las interpretaciones, la manera en la que está rodada... sin embargo, debo deciros que me gustó más Que Dios nos perdone (ver aquí). Me pareció, no sé, más redonda. Claro que mi opinión está totalmente desautorizada por la valoración general de críticos y académicos que no lo han visto así. Sea como sea, eso no quita que no piense sinceramente que la que hoy me ocupa no sea buenísima, recomendable y que tenga todos los números para marcar excepcionalmente el inicio de una imparable y prometedora carrera como realizador que, de seguir este camino, convertirá a Arévalo en uno de los grandes del nuevo cine español, ese que debe colocarnos en el panorama internacional alejados ya de costumbrismos y revisiones cansinas de la postguerra.

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