Y mi última reseña dominical es para un clásico de la serie B, más que eso, un título de culto que todo el mundo debería ver una vez en la vida, y no el coñazo ese de La la land. Como veis, me estoy refiriendo a Plan 9 from outer space, cinta escrita, producida y dirigida por el infame Ed Wood, quien ya ha aparecido en este blog como director de Necromanía (aquí) y guionista de Orgy of the dead (aquí), dos cintas en las que queda clara la obsesión de Wood por la muerte y el erotismo. Total, que en esta se nos cuenta como unos extraterrestres invaden la Tierra con el objetivo de convertir a los muertos en su ejército de zombies para llevar a cabo la colonización del planeta, el Plan 9 del título. La razón, lejos de ser reprobable, tiene una justificada razón universal y es que los humanos, con inventos bélicos como la bomba atómica, están poniendo en peligro la armonía interplanetaria. La película comienza con el sepelio de la mujer de un triste anciano –Bela Lugosi, quien falleció poco después de rodar un par de escenas que Wood dejó en el montaje final a modo de homenaje– y prosigue con la llegada de un platillo volante a nuestro planeta. Por cierto, la escena en la que unos pilotos son testigos de la visita es la primera en la que se pone de manifiesto el carácter poco depurado a la hora de rodar de Wood, que no se dio cuenta de que el micrófono ambiental se reflejaba en la mampara de cabina en uno de los –patéticos– efectos especiales. Al poco, en otro ejercicio de falta de cuidado al alternar tomas nocturnas con otras diurnas, la revivida esposa del anciano –interpretada por Vampira– asesina a los sepultureros, lo que se acaba descubriendo y propicia la aparición en escena del inspector Daniel Clay, interpretado por otro mítico actor de la panda de amiguetes de Wood, el gigante Tor Johnson. Testigos de la situación serán Jeff Trent –casualmente, uno de los pilotos del principio– y su esposa Paula, quienes residen en una casa cercana al cementerio.
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