31
Amiguitos, hace más de dos años que un buen día apareció en las redes sociales la primera imagen con la que ilustro esta entrada, la cara de un payaso con rastros de sangre y un número, el 31. En efecto, tras su The lords of Salem –comentada aquí– Rob Zombie al parecer estaba preparando una nueva película. Por supuesto, me ilusioné en seguida sin saber aún que iba a tener que pasar bastante tiempo hasta que pudiese verla. Sin embargo, hoy puedo deciros que por fin ha llegado el momento y ya puedo comentaros mis impresiones sobre esta 31 que el pasado mes de octubre pasó por el Festival de Sitges. Nuevamente escrita y dirigida por el músico y cineasta de Haverhill, Massachusetts y protagonizada por su esposa Sheri Moon, la historia que esta vez se nos cuenta es la de unos actores de feria ambulantes que viajan en su furgoneta fumando hierba a mediados de los setenta, camino del siguiente pueblo perdido en la América profunda en el que presentar su espectáculo. La noche de antes de Halloween son secuestrados y forzados por unas personas vestidas y maquilladas como grotescos personajes versallescos a participar en un juego llamado 31 y en el que durante doce horas tendrán que luchar por su vida en un oscuro y húmedo edificio laberíntico denominado Murder World, lleno de pasillos, agujeros y estancias amenazadoras. Frente a ellos, unos payasos cuya misión es asesinarlos de la manera más salvaje posible: Sick-head, el enano nazi hispano, los hermanos Psycho-head y Schizo-head con sus sierras mecánicas, la sensualmente letal Sex y el gigante vestido con un tutú blanco Death a los que se une el implacable Doom-head.
Piltrafillas, la verdad es que ante el cine de Rob Zombie no soy demasiado objetivo que digamos. Me encantan sus referencias y la estética de sus películas. Y, aunque pueda ser cierto que últimamente quizás se base demasiado en la imagen mientras el guión cojea en sus historias, consigue mantenerme atento a la pantalla con ese mundo de paletos, gore y violencia exacerbada, atrezzo vintage, colores saturados herederos del giallo y personajes histriónicos y excesivos. Así pues, el inicio de 31, con Doom-head y su monólogo en primer plano –el galés Richard Brake que ya trabajó con Rob en Halloween II, en un papel para lucirse– ya deja claro que la cinta tiene muchos números para que me guste. Luego, el desarrollo se hace bastante previsible pero mantiene el nivel alto a la hora de ofrecer un retrato de la violencia exento de poesía. Claro que, al final, uno se pregunta si hacía falta rodar una película y tenernos a los fans esperando tanto tiempo para ofrecernos este regalo tan bien envuelto pero vacío de contenido. A destacar la presencia del mítico Malcom McDowell –otro que apareció en Halloween II, como Brake– y de Meg Foster –la actriz de los increíbles ojos azules de husky– que repite con Rob desde The lords of Salem al igual que Torsten Voges y Jeff Daniel Phillips. También regresan en esta especie de película de amiguetes a lo Santiago Segura o Álex De la Iglesia –esta vez desde The devil’s rejects– E.G. Daily y Ginger Lynn, la última en una aparición muy caliente. En resumen, no es original, no es de lo mejor de Zombie, no es una gran película... pero no podéis dejar de verla mientras –como yo– os mantenéis a la espera de que, un año de estos, Rob Zombie nos regale una nueva obra maestra.
Pues me la apunto. A mí Zombie siempre me gustó más su faceta fílmica que musical.
ResponderEliminar