Piltrafillas, es el momento de despedirme oficialmente de las vacaciones –en realidad ya hace unos días que he vuelto a la oficina– con el recuerdo de mi última tarde en Salzburg, que dediqué a subir a lo alto de la Kapuzinerberg a través de una empinadísima calle jalonada de estaciones de via crucis con esculturas barrocas, en el camino al convento de los capuchinos de la cima en la que se encuentran varios miradores sobre la ciudad.
Finalizan la entrada y la serie de fotografías dedicadas a mis vacaciones un par de instantáneas del pueblo alemán de Holzkirchen –en donde paré a estirar las piernas– y de la terminal de Lufthansa del aeropuerto de München.
Espero que os hayan gustado las imágenes que os he traído este año y, como dije al principio de la serie, que a aquellos que no conozcáis aún las ciudades de las que os he hablado, os hayan entrado ganas de visitarlas.
Le voy a contar una isabelada: las cúpulas o tejados de cobre con esa pátina verdosa me producen sensación de frío y tristeza. Es absurdo ¿verdad?.
ResponderEliminar¿Absurdo?... no sé. La arquitectura es arte y a cada uno el arte le provoca reacciones muy personales. Quizás asocias esas cúpulas a construcciones centroeuropeas, de zonas nubladas. A saber.
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