La reseña de hoy –así es, en este Domingo de Resurrección en el que media humanidad está de vacaciones, al menos la que forma parte de mis seguidores, sólo os presentaré una película– os quiero hablar de Kill the messenger. Aquí, como en American sniper, también encontramos la historia real de un norteamericano valiente, fiel a sus principios, que realiza su trabajo de manera honrada –algo que aquí también le provoca algunos problemas de índole familiar– y (¡atención spoiler!) no acaba demasiado bien. Y eso que este no mata a nadie. Sin embargo, el Navy S.E.A.L. especializado en asesinar a distancia se ha convertido en un héroe a los ojos de la mayor parte de la opinión pública mientras que de este tipo que nunca empuñó un arma casi nadie habla. Dirigida por Michael Cuesta –realizador bregado en televisión como productor o director de diversos episodios de Homeland o Elementary, por ejemplo– y protagonizada por un estupendo Jeremy Renner, cuenta la historia del reportero Gary Webb quien, después de poner de manifiesto la conexión entre la CIA y el tráfico de cocaína que propició la inundación de crack en los barrios marginales de las grandes ciudades del país con el objetivo de obtener fondos para financiar la Contra nicaragüense, fue sometido a una perversa campaña de desprestigio por parte del aparato del Estado. Nixon, Ford, Carter, Reagan... todos ellos habían declarado a las drogas como el mayor culpable de los males de la sociedad y el deterioro de los valores de la american way of life. De cara a la galería, claro, con la boca pequeña. En realidad, el negocio del narcotráfico era tan lucrativo y poderoso que incluso la CIA se benefició de él para financiar proyectos y operaciones de lo más turbio. Excelentes novelas como El poder del perro o esta película lo dejan bien claro, pero nada cambia. Nadie pide perdón de manera oficial. La rueda, amiguitos, sigue girando. Y en los años 80, lo hizo a velocidad de vértigo. Los Estados Unidos habían impulsado y financiado en Nicaragüa la creación de los Contra, un ejército que tenía como objetivo acabar con la Revolución Sandinista que había derrocado a Anastasio Somoza.
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