El Niño
Piltrafillas, después de hablaros de La isla mínima y Magical girl, cedo finalmente a mis reticencia iniciales y os traigo hoy a otra de las cintas galardonadas en la reciente edición de los premios Goya, aunque –todo hay que decirlo– fuese en aspectos técnicos o de baja enjundia. La verdad es que no me acababa de convencer ni el tema –poco original a estas alturas–, ni las imágenes que había podido ver... ni la excesiva utilización de Jesús Castro como icono reclamo de una película que cuenta con actores tan excelentes como mal aprovechados. Un cartel más oscuro, menos luminoso, con Luis Tosar, Eduard Fernández y Sergi López en un primer plano, hubiese dado carácter y fuerza a esta pretendida película policíaca. Claro que también hubiese ayudado al resultado final un poco menos de metraje, la eliminación de la subtrama amorosa y más dosis de violencia y fuerza interpretativa. Vamos, lo que uno espera de una historia realista de narcotráfico e investigaciones criminales a las puertas de un paraíso fiscal del que se habla muy de pasada en –aún no os había dicho el título– esta El Niño.
El argumento que nos cuenta la película es, por un lado, la historia de tres amigos, el Niño, el Compi y Halil, que con el objetivo de ganar dinero fácil –¡poneos a trabajar, haraganes!– se convierten en narcotraficantes navegando a través del estrecho de Gibraltar. Por otra parte, tenemos a Jesús y Eva, una pareja de policías que hace dos años que van detrás de la organización de un misterioso e intocable criminal que reside en Gibraltar al que apodan el Inglés. De momento, las investigaciones no están dando los frutos esperados y el fracaso en una operación provoca que Jesús sea trasladado como piloto de helicóptero de la patrulla aérea del estrecho. Será entonces cuando conozca al Niño y sus compañeros. Dirigida por Daniel Monzón y coescrita por él mismo y Jorge Guerricaechevarría –habitual guionista de Álex De la Iglesia y que ya colaboró con Monzón en la premiada Celda 211, también con Tosar de protagonista–, El Niño es un pretendido thriller de lo más inverosímil, pareciendo más el retrato de unos jóvenes sin valores que, como si fuese lo más natural y normal del mundo, deciden traficar con droga –Fernando Colomo ya rodó Bajarse al moro hace más de veinticinco años, no hacía falta una revisión del tema– que una película policíaca seria. Además, el resultado echa tal tufo a telefilme que –después del éxito televisivo de El Príncipe el año pasado- se hacía del todo innecesaria y no aporta nada nuevo al panorama. Así pues debo ser sincero con vosotros y os diré que la película no es mala, se hace levemente entretenida –aunque ya os he comentado que en sus más de dos horas hay bastantes pasajes imprescindibles–, pero para nada se trata de una obra a destacar en el panorama cinematográfico español del pasado año. Eso y que ni tan sólo los Goya recibidos –si acaso el de sonido- me parecen acertados.
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