Bueno piltrafillas, después de la polémica causada por American sniper, no podía hacer otra cosa que ver la película. Dirigida por el gran Clint Eastwood –aún no sé si esta cinta es un trabajo fallido o todo lo contrario–, el argumento se basa en la autobiografía del Navy S.E.A.L. Chris Kyle, un texano que se convirtió en leyenda, siendo el francotirador que más muertes ha causado en la historia del ejército norteamericano. Protagonizada por Bradley Cooper –que no dudó en someterse a duras sesiones de gimnasio para conseguir el físico de Kyle– y Sienna Miller, al principio de la película vemos como fue la infancia de Chris en su granja de Glen Rose, educado por un padre de fuertes convicciones cristianas para el que el mundo se dividía entre ovejas, lobos y perros pastores. Según dicha división social, las ovejas creen que no existe el mal y no están preparadas cuando los lobos se presentan en su puerta. Los perros pastores son los que defienden al débil, los que deben proteger a las ovejas del lobo. Y lo que ese hombre inculcó a sus hijos fue que en su familia no se criaban ovejas y se azotaba a los que osasen convertirse en lobos. Así, a la sombra de las enseñanzas de la Biblia, Chris creció hasta convertirse en un cowboy que recorría los rodeos cada fin de semana y al que acabó abandonando su prometida después de engañarle. Pero un día, la visión del atentado contra la embajada norteamericana en Nairobi provocó un cambio en él y le hizo solicitar el ingreso en el ejército, abandonando la monta de broncos y novillos. A partir de ahí, American sniper nos muestra entrenamientos duros –nada que no viésemos ya en G.I. Jane–, masculinidad... y hombretones jugando a los dardos con la espalda como diana. Total, que convertido ya en un S.E.A.L. y pasados los atentados de las Torres Gemelas, el mismo día de su boda Chris es movilizado y enviado a Falluja en donde, sirviendo como francotirador gracias a su extraordinaria puntería, tendrá que matar a niños, mujeres y hombres desconocidos para proteger a sus compañeros. Y eso es lo que hace, con maestría, frialdad y una aparente falta de remordimientos. Poco a poco el espectador es testigo de las muertes que Chris provoca como si fuesen personajes de un juego de ordenador mientras va convirtiéndose en leyenda entre la tropa a la vez que su matrimonio se va desmoronando. Al otro lado del tablero, Mustafá –Sammy Sheik, actor egipcio al que ya vimos en Lone survivor–, un francotirador iraquí ex miembro del equipo olímpico sirio, que mata a buena parte de sus compañeros y que nos recuerda al enfrentamiento entre Jude Law y Ed Harris en Enemigo a las puertas.
Dato friki: En la tercera misión, Chris y su unidad llevan la calavera de The Punisher estampada en sus cargadores, chalecos y humvees. Cómics y armas al servicio de los intereses de compañías petrolíferas. Si no fuese por las muertes que todo ello provocó, sería para reír.
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