El último domingo de octubre lo despide Andrea Kowch, una pintora norteamericana que estudió en Detroit -en la misma facultad que Jonathon Kambouris, de quien os hablé no hace mucho- y en cuyas obras utiliza imágenes alegóricas para explicar la relación entre la existencia humana y el mundo natural que nos rodea. Para ello se vale de entornos rurales con tintes oníricos. Igonoro si los reconoce como tales, pero en su obra –por cierto, en la que abundan óleos con ella como protagonista- advierto un innegable aire a Wyeth y Hopper.
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