domingo, 3 de noviembre de 2013

La rose écorchée


La segunda reseña del domingo es para La rose écorchée, cinta francesa coescrita y dirigida por Claude Mulot protagonizada por el inquietante Howard Vernon, habitual en películas de nuestro Jesús Franco y toda una estrella del eurotrash de los 70. El argumento cuenta como el pintor Frederic Lansac y su amigo Wilfried son dueños de un centro botánico de salud y una galería de arte. Tras un viaje por la India, una amiga de Wilfried llamada Moira le pide a este que le presente a Lansac con el propósito de convertirse en su amante. Una noche, esta invita a Frederic a una fiesta de disfraces en su casa pero el artista se encuentra con una joven llamada Anne y la invita a cenar, olvidándose por completo de Moira. Lansac acaba casándose con la bella Anne, trasladándose a vivir a la mansión familiar. Es entonces cuando, al dar una cena para celebrar su reciente matrimonio, una celosa Moira se presenta en la casa y provoca un accidente en el que Anne cae en una hoguera quedando al borde de la muerte y totalmente desfigurada. Frederic, atormentado e incapaz de pintar, se recluye en la mansión junto a su esposa... y un par de enanos medio retrasados llamados Igor y Olaf. Sin embargo, debido a que Wilfried tiene que realizar un viaje, Lansac tendrá que abandonar la seguridad de su encierro y ocuparse por un tiempo del centro de salud. 


Allí trabaja como botánico el profesor Römer, que en realidad es un cirujano apartado de la profesión años atrás y que ahora se dedica a realizar operaciones estéticas clandestinas, cambiando las caras de delincuentes que desean ocultar su identidad. Cuando Frederic se entera, en lugar de denunciar a Römer le pide ayuda para sanar a su mujer. Pero la única manera de poder devolver la belleza a Anne es trasplantarle la cara de una donante viva. En fin, piltrafillas, La rose écorchée es una nueva variación de un tema que no es nuevo en el género de terror y que desde diversas vertientes hemos podido ver en cintas como El silencio de los corderos, La piel que habito o Les predateurs de la nuit por poner algunos ejemplos. Ambiente enrarecido, algunos cuerpos desnudos, la presencia siempre turbadora de Vernon, una interesante utilización de la cámara subjetiva desde el punto de vista de la desfigurada Anne, música grandilocuente, una violación extraordinariamente violenta y un final trágico. En resumen, una muestra muy aceptable del cine europeo de horror –que no terror- de esa época. 

Como bonus, un par de retratos de Anny Duperey –la desgraciada Anne- y Elizabeth Teissier –la despechada Moira, culpable en realidad de toda la trama- en sendas instantáneas de la época.

3 comentarios:

  1. o_O no se como aún le quedan neuronas libres de chapapote …

    ResponderEliminar
  2. No se esfuerce... le entiendo... hale un té y pa la piltra...
    ea!
    ea!
    ea!
    a!

    ResponderEliminar