Amiguitos, a la hora de escoger películas para este fin de semana me ha costado decidirme. Primero pensé en Zero Dark Thirty, pero dura 156 minutos. Entonces me decanté por algo menos profundo y más palomitero, algo como Caballero oscuro: la leyenda renace... pero son 164 minutos!. Y lo que necesitaba yo este frío fin de semana era relajarme con un par de cintas intranscendentes, simpáticas y amenas, nada de tirarme casi tres horas ante la pantalla, atento a una historia larga o compleja. Así que finalmente estos días he acabado escogiendo un par de películillas ligeras, de esas de usar, disfrutar y tirar que tanto me gustan. La primera de ellas ha sido Nude on the moon, película de 1961 escrita y dirigida al alimón por Raymond Phelan y Doris Wishman, la que fue conocida como la Reina del Sexploitation. La historia que nos encontramos en este homenaje al erotismo kitsch –tened en cuenta la época- es la de dos eminentes científicos que mientras esperan la financiación del gobierno para sus experimentos, ven como el más joven –Jeff, un doctor en aeronáutica especialista en cohetes- recibe una herencia gracias al fallecimiento de un tío y puede hacer realidad su sueño: viajar a la Luna. Así, el maduro científico al que llaman Profesor y el joven doctor Jeff Huntley se convierten en los primeros hombres que llegan a la Luna... para descubrir que, además de riquezas minerales y vegetales, en nuestro satélite residen unos seres de apariencia humana que visten bañadores –ellas en topless- y se comunican telepáticamente gracias a unas diademas con antenitas. En fin amiguitos, una cinta con efectos especiales de infarto –por lo patéticos-, diseño de producción de calidad –escasa- y un argumento sesudamente hilvanado (ironía) que rezuma verosimilitud a raudales (más ironía).
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