domingo, 20 de enero de 2013

La vampire nue


Mi segunda elección del fin de semana ha sido La vampire nue –o Desnuda entre las tumbas, por si os gusta más el título que se le dio en nuestro país-, otra de las cintas de vampirismo y erotismo que el prolífico realizador francés Jean Rollin –otro habitual de las reseñas más frikis de este espacio- regaló a la humanidad entre los años 70 y principios de los 80. En esta cinta escrita y dirigida por el que en ocasiones se ha denominado el Jesús Franco galo asistiremos a una extraña historia de sectas en la que sangre -literal, no gore- y un erotismo esteticista muy light -no esperéis otra cosa- toman el protagonismo. En lo que parece un laboratorio, unos misteriosos hombres con batas blancas y capuchas extraen sangre a una mujer desnuda e igualmente encapuchada. Entonces vemos a una joven que lleva un vestido de gasa anaranjado y es perseguida en medio de la noche por unos tipos de negro que llevan extrañas máscaras con forma de animal. La chica no habla, parece presa de un estado de shock por lo que cuando se topa con Pierre, el heredero de un rico empresario, este no duda en ayudarla. Pero el joven no consigue evitar que los desconocidos disparen a la mujer. Pierre no tardará en ser víctima de los extraños rituales de una secta dirigida por su propio padre –George Radamante-, involucrada en la búsqueda de la vida eterna a través de la sangre de una joven inmortal a la que tienen cautiva, una mujer a la que creen vampira y a la que esconden de unos congéneres que quieren dar con ella. 


En fin piltrafillas, que La vampire nue es en mi opinión otro de esos títulos de un tipo de cine que no gozó del interés de la mayoría de los espectadores y que ha quedado relegado al olvido, interesante sólo para conocedores y frikis, pero que resulta altamente recomendable. Claro que Rollin –como el mismo Jesús Franco- rodaron algunos títulos infumables, normal por otra parte cuando la producción es tan alta –también la mayoría de los realizadores consagrados han tenido sonoros fracasos en sus carreras-, pero en sus vastas filmografías podemos encontrar propuestas muy válidas en el marco –claro está- de los géneros que cultivaban. En esta película destaca el tratamiento de la luz -y las sombras sobre todo-, la música inquietante, esas bellas y vulnerables protagonistas de la historia, unas imágenes fascinantes, colorido –Rollin era un amante del expresionismo alemán y el surrealismo- y una historia que en 1970 era muy original. No os perdáis a las criadas gemelas –interpretadas por Catherine y Marie-Pierre Castel- de Radamante. Os la recomiendo, sin duda.

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