Mi primera película de este fin de semana ha sido la japonesa Guilty of romance, obra del realizador Sion Sono que junto a Love Exposure y una recientemente comentada en este blog Cold Fish forma parte de una trilogía bautizada como saga del odio. La historia que nos cuenta la película –según se explica en los créditos iniciales- está relacionada con algo que ocurrió a finales de los 90 en las calles transitadas por prostitutas del Maruyama-cho, el barrio de los Love Hotels en el distrito de Shibuya de Tokyo. La detective Yoshida debe investigar la aparición de un cadáver troceado que ha sido convertido en dos cuerpos, parte humanos y parte maniquíes. Mientras, Izumi –la mujer de un escritor de novelas románticas de éxito que tiene una aburrida existencia como mera criada de su marido y pasa a solas la mayor parte del día- se decide por buscar trabajo para sentirse viva, cualquier cosa que la saque de su rutina, lo que la lleva a vender salchichas en un supermercado, más tarde a actuar en una cinta pornográfica y por último a prostituirse.
Amiguitos, después de Cold Fish, esta nueva obra del controvertido Sion Sono no me ha defraudado en absoluto. Guilty of romance tiene una bonita música, unas buenas interpretaciones entre las que destaca la de Megumi Kagurazaka –una gravure idol que también apareció en Cold Fish, de la que os hablé hace unos años en mi sección Nippon no onna y que ha emprendido con éxito una carrera como actriz- en un papel que alterna la delicadeza y sometimiento al marido con la voluptuosidad carnal y el descenso a los infiernos, una fotografía esmerada y un ritmo orientalmente pausado de los acontecimientos que de manera sutil se nos van presentando conduciéndonos irremisiblemente hacia un desenlace que –en vista de las escenas del comienzo de la cinta- no tiene pinta de ser inocente. Claro que junto con la poesía, también se nos muestra el sexo y la muerte, convirtiendo a esta nueva obra de Sono en otro coctail de sangre, violencia y sensualidad con unas gotas de gore y algo de humor -no os perdáis la hilarante escena entre Mitsuko y su madre tomando el té ante una Izumi que no da crédito a lo que oye de boca de la anciana- servido en una elegante copa que acaba siendo el retrato de una historia de celos, venganza y vergüenza. Estructurada en capítulos, en mi opinión le sobran algunos pasajes entre Izumi y Mitsuko en los que el argumento toma un cariz algo pretencioso, como cuando se establecen paralelismos con El castillo, la obra póstuma de Franz Kafka que no sé a cuento de qué vienen. Sin embargo y pese a ello, la encuentro muy recomendable piltrafillas.
La guapa Megumi en sus tiempos de idol antes de convertirse en una actriz más que aceptable.
o_O
ResponderEliminarRealmente yo no hubiera leído ni la caratula... en fin si algún día la echan por mis canales habituales pues ya veré