Mi primera reseña cinematográfica del mes de Abril es para Gwendoline, una película francesa mezcla –tal y como versaba la publicidad de la época- de Barbarella e Indiana Jones dirigida por el realizador de Emmanuelle y protagonizada por Brent Huff y la jovencita Tawny Kitaen en la que se intentan contar –uniendo aventuras, erotismo y un pretendido humor de lo más ridículo- las peripecias de la joven Gwendoline y su criada en la búsqueda del padre de la primera, un coleccionista que desapareció siguiendo la pista de una mariposa legendaria. Así, seremos testigos de las aventuras de la pareja de chicas y el mercenario al que contratan como guía a través de tugurios asiáticos, peligrosas junglas, traicioneros mares y parajes desérticos por donde deberán enfrentarse a diversos peligros –desde piratas a caníbales- hasta que se topen con el reino de Yik-Yak, una sociedad dominada por unas guerreras de lo más sanguinario.
Amiguitos, mucho antes de la televisiva Sydney Fox existió Gwendoline, la pretendida apuesta de Just Jaeckin para crear un nuevo mito erótico que resultó completamente fallida. Y no es de extrañar, ya que esta cinta es infumable. Las interpretaciones son patéticas, el guión pésimo, el desarrollo lento, los cocodrilos de cartón y un conjunto que se basa únicamente en la figura de Tawny Kitaen, quien a sus 23 añitos no estaba mal, pero a la que faltaba carisma y oficio. De hecho –si obviamos su participación en Bachelor party, con un Tom Hanks que aún no era el Rey Midas de Hollywood en el que luego se convirtió- su carrera no ha sido precisamente para sentirse orgullosa. A Tawny –novia del malogrado Robbin Crosby en el instituto y fugaz esposa de David Coverdale a finales de los 80, con quien se casó tras protagonizar los clips de su álbum 1987- la conocí por primera vez en la portada del Out of the cellar de Ratt y aunque, tampoco era tan guapa como para hacernos olvidar que el resto de la cinta era basura, la verdad es que era mona, sobre todo si la comparamos con lo que se ha convertido con los años, una cincuentona que aparenta más edad de la que tiene, con la cara hinchada por diversas operaciones de estética poco afortunadas y físicamente castigada por sus problemillas de salud debidos a su adicción a algunas sustancias. Sea como sea, Gwendoline no es despreciable del todo. Si tenemos en cuenta sus escenarios exóticos, la acción y el erotismo light –muuuy light y a partir de la mitad de la película- y nos olvidamos de todo lo demás, puede resultar incluso simpática. Ah, y pese a sus muchísimas carencias –sobre todo de carne, ya me entendéis- es un clásico del sexploitation europeo de la época. Para curiosos.
El guión no esta mal...
ResponderEliminarBueno, es un decir...
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No soy nada curioso