domingo, 7 de agosto de 2011

La morte vivante


Intento remediar el fin de semana desde el punto de vista cinematográfico... y lo consigo escogiendo una nueva cinta, pero esta vez una de vampiras, en concreto La morte vivante, una cinta del francés Jean Rollin fechada a principios de los 80 en que espero encontrar la siempre atractiva mezcla de sangre y erotismo lighttits and terror- que tanto gusta a los piltrafillas asíduos de esta sección (¿hay alguno?). Total, que con mi acostumbrada copa de ron añejo a mano, me he decidido por disfrutar de la historia de Catherine, una joven que regresa a la vida -después de dos años enterrada en la cripta de la mansión familiar- por culpa de un temblor de tierra aderezado con los efluvios de desechos químicos. Pero la chica se siente sola y decide buscar a Helene una amiga de la infancia con la que pasó momentos muy felices y que ahora la ayudará a buscar a los cuerpos que necesita para alimentarse de su sangre.


Como podéis imaginar, seremos testigos de diversos asesinatos horribles de hombres y mujeres, víctimas incautas de la pareja de tintes lésbicos formada por la emancipada e independiente Helene –que no duda en ofrecerse como fuente de vida ocasional para su amiga- y la inexpresiva Catherine Valmont, una muerta andante que –para vivir así- mejor hubiese hecho quedándose en su ataúd. Amiguitos, las interpretaciones son patéticas, los efectos especiales y de maquillaje son tan ridículos que producen hilaridad, el guión dificilmente se sostiene y la historia es de todo menos original. En definitiva, que La morte vivante es un producto típico del realizador Jean Rollin -al que yo llamo el Jesús Franco francés y de quien ya he comentado algunas películas en el pasado-, una bizarrada en toda regla, es decir, lo que necesitaba para sacudirme el tedio. Piltrafillas, si estáis leyendo esto en lugar de un blog de cine serio sois firmes candidatos a disfrutar de ella como he hecho yo, palabra.

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