domingo, 22 de mayo de 2011

El inocente


Mi segunda reseña es para un estreno piltrafillas, ni más ni menos que El inocente –aunque el título original sea El abogado del Lincoln-, una interesante cinta basada en una novela de Michael Connelly que supone el regreso a las pantallas como jurista del tejano Matthew McConaughey quince años después del estreno de A time to kill, otra adaptación de una novela que se desarrollaba en los tribunales. En esta ocasión la historia va de un abogado de Los Angeles llamado Michael Haller, un tipo duro e inteligente que tiene su oficina en el asiento trasero de un Lincoln –de ahí el verdadero y acertado título original que poco tiene que ver con la porquería de nombre que le han puesto a la película en nuestro país- y que defiende a todo tipo de criminales de segunda, ganando por ello un montón de dinero. Sin embargo, las cosas se liarán un poco cuando deba defender a un nuevo cliente, un niño rico de Beverly Hills al que acusan de golpear a una joven y que asegura ser inocente. Lo que parecía un caso más de desarrollo fácil y ganancias elevadas se va a convertir en un infierno que pondrá en peligro la vida y la reputación de Haller.


Amiguitos, la verdad es que El inocente me ha parecido muy distraida. Me ha gustado la historia, la interpretación de los actores –sobre todo la de McConaughey, entre macarrilla y astuto- y me ha gustado cómo vamos descubriendo datos al mismo tiempo que el protagonista, algo que provoca en el espectador las mismas dudas que Haller alberga sobre la inocencia de su cliente conforme va avanzando la película. Sin embargo no estoy convencido de que la elección de Brad Furman como realizador haya ayudado demasiado a una cinta que –de no ser por los mimbres del texto de Connelly- no creo que hubiese resultado tan recomendable. Aún así, mi impresión ha sido positiva. Sin acción trepidante ni pretensiones estéticas, desde mi punto de vista El inocente es en definitiva una buena intriga con abogado que intenta demostrar la inocencia de su cliente, amena y con la suficiente complejidad como para resultar interesante pero sin ser tan enrevesada que resulte aburrida o difícil de seguir. Quizás alguien opine que no es para gastarse el dinero en una entrada de cine –aunque hay gente para todo-, pero os aseguro que sí para alquilarla/bajarla y verla cómodamente en el sofá de casa con palomitas de microondas y una cervecita bien fría.

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