Amiguitos, durante estos días de Semana Santa en los que creía que iba a hartarme de ver películas finalmente no le he podido dedicar al cine el tiempo que imaginaba. Por una parte se trata de una buena noticia, ya que significa que mi tiempo ha estado empleado en otros menesteres y no he tenido tiempo de perderlo en tonterías. Por otro lado –siendo mi objetivo el dedicar estos días a descansar y no hacer nada- eso significa que no he podido dedicarme al solaz esparcimiento o –como se dice vulgarmente- tocarme los huevos en la manera y cantidad que hubiese deseado. Aún así, tengo unas cuantas cintas de las que hablaros. Y comienzo con Karl The Butcher vs. Axe, la cuarta de una serie de películas iniciadas en 1989 por el realizador alemán Andreas Schnaas protagonizadas por Karl El Carnicero, un sanguinario asesino demente que gracias a una poción –como Obélix- se convierte en un monstruo hipertrofiado. Resulta que lleva 25 años en el infierno, y ahora Satán le envía de vuelta a la Tierra para que mate a Axe, un asesino que pretende convertirse en el nuevo Carnicero. Cuando Karl le pide su máscara de hierro al Diablo, una joven desnuda se la trae y Karl –en agradecimiento- le arranca la cabeza. Así comienza esta cinta coprotagonizada y codirigida por el mencionado Schnaas y Timo Rose, encargado de la fotografía y unos efectos especiales y de maquillaje de lo más casposo –aunque efectivos gracias a que estamos en la era digital, no quiero ni pensar como quedó la primera película de la serie- que tiene lugar en un año 2023 postapocalíptico en el que bandas de degenerados luchan por repartirse lo que queda del mundo.
Así pues conoceremos a los integrantes del Gang Loco, a Axe y su hermana –Vendetta-, a los Monjes Negros y a la Reina Scara –adicta al semen- y sus chicas, y a un montón de personajes secundarios –todos ellos con una imagen y nombres que parecen sacados de un comic o un juego de ordenador-, todos ellos potenciales objetivos de la ira de Karl The Butcher... pero también nos enteraremos de un secreto que dará un giro a los acontecimientos. Bueno, un giro realmente tampoco, porque antes de que ocurra esa escena clave cualquiera con dos dedos de frente ya se lo ha imaginado. Momentos hilarantes, machetes, armas automáticas, un tanque, un Volkswagen tuneado, miembros cercenados, penes arrancados, bombas extractoras de esperma, cabezas aplastadas, decapitaciones, evisceraciones, cuerpos femeninos desnudos, banda sonora thrash metal... en definitiva, sangre a raudales, interpretaciones que parecen hechas por un grupo de amigos de la pareja de realizadores una tarde de borrachera y un argumento ideado seguramente después de un atracón de sustancias alucinógenas. Con todo ello, la cinta tiene mayor calidad que la que nos podríamos temer en una producción de estas características.
Nein, danke
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