domingo, 12 de septiembre de 2010

Inception (Origen)


Piltrafillas, este blog es una prueba de que me gusta el cine, de que soy un voraz consumidor de películas de todo tipo –o casi- y un amante de lo que se ha dado en llamar el séptimo arte. Es por ello que las entradas con dicha temática están plenamente jutificadas en este espacio consagrado al ARTE en sus múltiples variedades. Sin embargo, también soy una persona a la que no satisface especialmente abandonar su cubíl y gastarse los dineros en salas de proyección. Prefiero mil veces el sofá de casa e incluso la incómoda sillita ante la pantalla del ordenador. Aún así, una o dos veces al año abandono las paredes de mi hogar y emprendo la aventura de sentarme en una butaca ante la gran pantalla de una sala comercial. Este fin de semana ha sido una de esas ocasiones amiguitos, y la cinta escogida para tan especial evento no ha sido otra que Origen, la nueva obra -¿de culto?- de Christopher Memento Nolan con Leonardo DiCaprio.


El argumento –denso, laberíntico, desconcertante, pretencioso incluso- nos cuenta la historia de Cobb y su equipo, especialistas en adentrarse en los sueños de sujetos dormidos para descubrir sus secretos y venderlos a las empresas que les contratan. Para ello diseñan mundos en los que las proyecciones oníricas y subconscientes se desenvuelven en planos peligrosamente reales en la lucha por encontrar aquellos recovecos de la mente que sus objetivos pretenden mantener ocultos. Cuando uno de sus trabajos sale mal y su víctima –un poderoso empresario japonés- les descubre, este les ofrece contratarles para que lleven a cabo algo más complicado. Esta vez no se trata de robar un secreto, el objetivo es implantar una idea en el subconsciente de alguien de tal manera que este crea que se le ha ocurrido a él mismo. Cobb acepta el encargo y se dispone rapidamente a montar un grupo de especialistas que le ayuden en su viaje a lo más profundo de la mente de su objetivo, el heredero de un imperio empresarial británico. El pago por sus servicios –el hombre que le contrata le promete que una simple llamada obrará el milagro- será el poder regresar a los Estados Unidos y ver por fin a sus hijos, de quienes está separado desde que existe una orden de búsqueda y captura en su nombre por el presunto asesinato de su esposa.


Y bueno amiguitos, poco más os puedo contar de Origen si quiero que paséis un buen rato –en el cine o en el salón de casa- con el cerebro trabajando a toda velocidad. Por que eso sí piltrafillas, Origen hace que vuestra mente no descanse. Y no es que sea una película de esas que te hace reflexionar sobre algún concepto metafísico o sobre la naturaleza humana, no, lo que pasa es que hay que tener un mínimo de interés e inteligencia -memos y lerdos absteneos pués de verla porque no vais a pillar una mierda- para entender la enorme cantidad de conceptos y explicaciones con las que Nolan nos bombardea en un viaje a diversos niveles de subsconciencia, con sueños dentro de sueños, escalas temporales que aumentan o disminuyen según el nivel –muy acertado ese recurso, totalmente inspirado en la realidad (¿realidad?) de lo sueños-, muertes que aceleran el despertar, muertes que por el contrario le dejan a uno en el limbo, cajas fuertes de la memoria, mundos paralelos, arquitectura de los recuerdos, tótems como enlace con el mundo real... en fin, un embrollo que cuesta digerir y que –en mi caso- me dejaron buen sabor de boca, pero una extraña sensación al salir los títulos de crédito de que había visto una buena película pero que no sabía si había entendido. Debo deciros que a la hora de escribir estas líneas –os confieso que a la mañana siguiente de disfrutar de la cinta, lo que quizás es una señal inequívoca de que Christopher Nolan visitó mis sueños, vino a mi mente la explicación a una de las dudas que me había quedado y con ella la constatación de que quizás sí había entendido la historia- ya opino sinceramente que Origen me gustó.


Eso sí, aunque la película tiene muchos efectos digitales, tampoco es que sean de gran espectacularidad. El peso recae en la interpretación de los actores, muy aceptable en general –con un DiCaprio atormentado en todo momento, la siempre efectiva Marion Cotillard como clave de toda la trama, pequeños papelitos de Michael Caine y Tom Berenger y una Ellen Page por la que siento debilidad desde que la vi en Hard Candy, también comentada en este blog-, el movimiento enérgico de cámara de Nolan y –sobre todo- ese embarullado guión que de todas maneras dejará a muchos con una pregunta final. Por mi parte creo que la respuesta es clara. En resumen amiguitos, de recomendada visión.

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