Piltrafillas, hace ya tiempo que descubrí la obra de Russ Meyer. En este espacio os he comentado su celebrada trilogía formada por Vixen, Supervixens y Up!, así como la divertida Cherry, Harry & Raquel o la impresionante Faster Pussycat! Kill! Kill!, la genial película que dirigió en 1965. Sin embargo, tenía ganas de ver y hablaros de otras obras de este personalísimo realizador. Pues bien, gracias a la ayuda del Tío Saín y XTReMe, piltrafillas solidarios de esta comunidad, llega a este blog Motorpsycho, la cinta que Meyer dirigió justo antes de la citada pussycat y en la que también actúa Haji, una actriz enigmática, mujer de impresionante figura y exóticas facciones que me tiene el corazón robado.
La película, rodada con poco presupuesto –los dos coches que aparecen son una cesión de un concesionario Toyota de Hollywood y la acción transcurre en medio del desierto con lo que el gasto en decorados también fue mínimo- nos cuenta como tres motoristas se dedican a violar o matar a toda mujer con la que se cruzan. Un punto friki de la cinta es ver como esos personajes no van montados en voluminosas Harley-Davidson, como sería de esperar, sino en unas motocicletas de lo más cutre. Total, que el tipo al que atacan en primera instancia es un panoli enamorado de la pesca que prefiere tirar la caña y mirar el agua antes de prestarle algo de atención a su escultural esposa, pero el segundo es un veterinario con más sangre en las venas que se dedicará a perseguir a los maleantes. En su camino recogerá a una mujer a la que también atacaron y dejaron tirada en el desierto después de asesinar a su marido y dispararle a ella misma dándola por muerta. En definitiva, buena banda sonora, grandes pechos, buena fotografía –los encuadres de Meyer siempre me han parecido, en general, soberbios-, violencia y cierto encanto redneck. Otra de esas cintas del bueno de Russ en las que uno siempre se queda con la sensación de que quien mejor se lo pasaba era él mismo.
La película, rodada con poco presupuesto –los dos coches que aparecen son una cesión de un concesionario Toyota de Hollywood y la acción transcurre en medio del desierto con lo que el gasto en decorados también fue mínimo- nos cuenta como tres motoristas se dedican a violar o matar a toda mujer con la que se cruzan. Un punto friki de la cinta es ver como esos personajes no van montados en voluminosas Harley-Davidson, como sería de esperar, sino en unas motocicletas de lo más cutre. Total, que el tipo al que atacan en primera instancia es un panoli enamorado de la pesca que prefiere tirar la caña y mirar el agua antes de prestarle algo de atención a su escultural esposa, pero el segundo es un veterinario con más sangre en las venas que se dedicará a perseguir a los maleantes. En su camino recogerá a una mujer a la que también atacaron y dejaron tirada en el desierto después de asesinar a su marido y dispararle a ella misma dándola por muerta. En definitiva, buena banda sonora, grandes pechos, buena fotografía –los encuadres de Meyer siempre me han parecido, en general, soberbios-, violencia y cierto encanto redneck. Otra de esas cintas del bueno de Russ en las que uno siempre se queda con la sensación de que quien mejor se lo pasaba era él mismo.
La gran Tura Satana
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