En el pueblo de Sharon, ubicado en el condado de Litchfield, al noroeste del estado de Connecticut, se levanta una imponente construcción de estilo renacentista italiano conocida como la mansión Colgate. Se trata de un capricho de Romulus Riggs Colgate –nieto del creador de la empresa de perfumes y jabones que todo el mundo relaciona con la pasta de dientes–, su esposa Susan y el prestigioso arquitecto J. William Cromwell Jr. Y aunque algunos os preguntaréis qué tiene que ver eso con el álbum que hoy os traigo, si seguís leyendo –clickbait de campeonato– veréis que fue determinante.
Lo primero será justificar esta entrada. Hace algunas semanas ya os
hablé
del primer disco en solitario de
Paul Stanley y Manu lo
hizo incluso
antes
del de Gene Simmons en el blog
de #FFVinilo. Pero, como veo que nadie se anima, hoy os traigo el
primer álbum en solitario de
Paul Daniel Frehley –también
conocido como Ace Frehley o Spaceman–, que seguramente sería
mi favorito si la voz del señor
Eisen no me tuviese tan atrapado
desde que escuché con trece añitos su
I want you (del
disco
Rock and roll over, 1976). Mi edición es la alemana de 1980, con el
vinilo prensado en los Países Bajos.
Ace era un joven del Bronx que
mientras tocaba en bandas locales trabajaba como cartero, repartidor de
muebles, mensajero o taxista antes de responder a un anuncio en
The Village Voice, presentarse a una audición para
Paul Stanley, Gene Simmons y
Peter Criss y convertirse en
guitarrista de KISS. Y aunque la manera en que finalizó su relación
con los líderes del grupo pudiese indicar que
Frehley no consideraba
importante a la banda, lo cierto es que su aportación al sonido de
KISS fue decisiva, fue incluso el diseñador del logo original y se
involucró sin reservas en el tema del maquillaje y el vestuario. Además,
siempre ha reconocido lo mucho que aprendió de sus tres compañeros. Pero
Ace era y es todo un rockero, un
disfrutón amante de los excesos cuya personalidad no cuadraba con el
carácter de Simmons y
Stanley. Sólo hay que ver algunas entrevistas en las que –casi siempre con varias
copas de más en el cuerpo– el bueno de
Frehley no paraba de hacer
chistes y reír jocosamente con sus carcajadas chillonas tan características
mientras Simmons –más preocupado
por vender un producto– no podía evitar lanzarle miradas afiladas como
puñales.
Total, que como ya os conté en el pasado, en un momento en el que las
relaciones en el seno de KISS no pasaban por su mejor momento y el
ambiente se impregnaba de una mezcla de celos y cansancio, cada uno de los
miembros de la banda sacó su propio álbum, tanto para sentirse directores de
su propio proyecto como para demostrar que no necesitaban al resto para
triunfar. El resultado no fue el esperado. Sin embargo, el que más se acercó
fue precisamente Ace Frehley, que ganó en ventas a sus compañeros. La
risotada debió ser magnífica.
El primer acierto de Ace fue conseguir a Eddie Kramer como productor, el tipo que había grabado con KISS Rock and roll over, Love gun y el Alive II, con quien tenía muy buena química. Kramer realmente admiraba al guitarrista y se mostró encantado de colaborar con él. Eso sí, Ace Frehley ha reconocido que Kramer fue muy listo y sabiendo las novias, distracciones y contactos que tenía en Manhattan y lo que le gustaba a él la fiesta, fue un acierto llevarlo lejos de la civilización para grabar el disco. Se lo llevó a una casa en medio de la nada y rodeada de bosques. La idea la había tenido Kramer, que había sido ingeniero de sonido en el Houses of the holy de Led Zeppelin, grabado en la mansión de Mick Jagger en Hampshire con el estudio móvil de los Rolling Stones. El productor –además de por los motivos reconocidos por Frehley– quería reproducir aquel ambiente de trabajo y el mismo sonido de batería. Así que alquiló el Fedco –un camión tipo step van con base en Providence, que albergaba en su interior un estudio móvil de grabación con el que también se grabó el Frampton comes alive!– y se lo llevó al jardín de una propiedad alejada de la Gran Manzana, una mansión en Sharon en la que Kramer, Frehley y el resto de músicos residirían y trabajarían parte de los meses de junio y julio de 1978. ¿Entendéis ahora el inicio de la entrada?
La primera decisión de la pareja fue contratar a
Anton Fig –sudafricano, como
Kramer– para la batería, su primera elección para conseguir el sonido que
querían. De hecho, este reputado músico de sesión tocaría en los siguientes
álbumes de KISS Dynasty y Unmasked –se cuenta que
también lo hizo en uno o varios de los temas en estudio del Alive II–
así como en buena parte de los posteriores discos de la carrera en solitario
de Ace. Además acabaría siendo ampliamente conocido en los Estados Unidos al
convertirse en miembro de la banda del longevo late night televisivo
de David Letterman. Y aunque –además de cantar–
Ace tocó las guitarras, el
sintetizador y también el bajo, para algunos temas se requirió a
Will Lee, bajista de sesión que casualmente también acabó como compañero de
Fig en la banda del
show de Letterman. Eddie Kramer define aquellas
semanas como divertidas y alejadas de malos rollos, un momento muy creativo
en el que Frehley trabajó muy
duro, tocando de forma muy intensa y comportándose de forma muy responsable
con el firme propósito de grabar un álbum del que sentirse orgulloso y con
el que darles en las narices a
Simmons y
Stanley.
Fue sin duda el proyecto más personal de los cuatro discos en solitario de
KISS, un verdadero álbum de autor que según
Kramer contiene las mejores
interpretaciones de Ace y es lo
mejor que ha grabado el guitarrista. Mención especial merece el esfuerzo de
Frehley con las voces, que se
grabaron en los Plaza sound studios ubicados sobre el
Radio City Music Hall de Manhattan. Cuenta
Kramer que
Ace se estiraba en el suelo
sobre unas alfombras, con un cojín bajo la cabeza, una botella de cerveza en
una mano y un micrófono Shure-58 en la otra. Así iniciaba la mayoría de las
canciones, hasta que toma a toma se sentía cada vez más cómodo y se iba
incorporando adquiriendo confianza en si mismo hasta poder cantar en
pie.
Total, que con los músicos mencionados y los aportes del batería
Carl Tallarico, Bobby McAdams a la
talk box –ambos amigos de la infancia de
Frehley en el Bronx– o de
David Lasley, Larry Kelly y
Susan Collins a los coros,
Ace Frehley puso en las tiendas su
álbum en solitario, con la distintiva portada de
Eraldo Carugati que caracteriza
a toda la serie y el siguiente track list:
A
Rip it out
Speedin’ back to my baby
Snow blind
Ozone
What’s on your mind
B
New York groove
I’m in need of love
Wiped-out
Fractured mirror
El primer tema es un trallazo, un temardo titulado Rip it out, rockero, con una pegada impresionante, fantásticamente cantado y con un solo estupendo. Y Anton Fig está que se sale. Un pelín más poppy es Speedin’ back to my baby, con unos coros y unas segundas voces a cargo de Susan Collins que lo convierten en carne de radiofórmula, aunque tiene una pátina rockera innegable. El solo es muy original y el trabajo de Fig es impresionante. Otra de mis favoritas es la ralentizada –excepto en la parte del solo, muy inspirado y más rapidito que el resto del tema– Snow blind, con un sonido muy Frehley. Y entonces Ace nos sorprende con una Ozone que resulta difícil de clasificar, de riff repetitivo y con una parte vocal que perfectamente podría suprimirse. A mi me hubiese resultado un tema instrumental superatractivo. La cara se despide con What’s on your mind, otro tema de pop rock con una sorprendente interpretación vocal por parte de Frehley, con una mezcla de guitarra eléctrica y acústica.
Inaugura la cara B
New York groove, el tema estrella del disco, el single del álbum –al igual que en
el caso del de Stanley, no hubiese sido mi elección de tener esa decisión en mis manos– que ayudó
a convertirlo en el más vendido de los cuatro solo albums y auparlo
al número 26 del Billboard Hot 100. Compuesto por el prolífico
Russ Ballard, años antes había sido grabado por los británicos
Hello. Le sigue I’m in need of love, un tema alejado del sonido habitual de las composiciones de
Frehley, de ambiente un poco space rock y también con un solo más alegre
que el resto de la canción. Pelín extraño, la verdad.
Wiped-out está tan lleno de cambios
de ritmo que me parece una especie de híbrido de funk rock,
pop y hard rock con una batería enérgica. Definitivamente,
Fig es el pegamento que une de
forma admirable todo el disco. Y finaliza el álbum con la preciosa
instrumental Fractured mirror, con diversos pasajes sonoros de lo más inspirado que hay quien equipara a
una incursión de Frehley en el
prog rock.
A partir de ahí, el desafecto entre
Frehley y la dirección musical
de KISS fue en aumento, su poder de decisión ante
Simmons y
Stanley quedó anulado con el
despido de Criss y finalmente
abandonó –o fue invitado a abandonar– la banda de su vida. En 1984 fichó por
Megaforce records –en la época fue todo un acontecimiento- y editó,
de nuevo con su amigo
Anton Fig a la batería, la
primera pieza de su nueva etapa en solitario, un Frehley’s Comet que
ya os comenté
aquí.
Y eso es todo, amigos.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
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