domingo, 10 de marzo de 2024

Nail gun massacre (1985)


Ha llegado el momento de comentaros una nueva peliculilla de esas que resultan remarcables y recomendables precisamente por lo inmundas que son, mierda de la buena, vamos. Hoy os traigo a la estadounidense Nail gun massacre, uno de esos subproductos de bajo coste que en su momento se lanzó directamente al mercado de VHS y que tiene el sello de calidad de las dos B, es decir blood and boobs (sangre y tetas). Dirigida al alimón por Bill Leslie y Terry Lofton en su única incursión en el mundo de la realización, el primero dedicado más a la fotografía y la vertiente estética mientras que el segundo –con una amplia trayectoria como especialista de acción– escribió el guión, la coprodujo, se ocupó de los efectos especiales e incluso se reservó un pequeño papel. Protagonizada entre otros por Rocky Patterson, Ron Queen, Beau Leland, Michelle Meyer y las hermanas Sebrina y Monica Lawless, la historia tiene lugar en una localidad de Texas y comienza con la violación de una mujer por parte de cinco obreros de la construcción. 
 

Unos meses después de lo sucedido, un personaje misterioso vestido con ropa de camuflaje y un casco integral negro de motorista, armado con una pistola de clavos neumática, comienza a matar a los autores de la violación. Lo que ocurre es que en la primera escena en la que aparece esa figura se ve claramente que sus hechuras corresponden a las de una mujer. Vamos, que parece obvio que se trata de la víctima llevando a cabo su venganza. Destellos de decepción aparecen por el horizonte, amigos. Y es que, aunque la película sea un montón de guano para frikis del VHS ochentero de la peor ralea, uno espera que no sea tan ostensible el desenlace. Pero
resulta que quizás las cosas no son tan evidentes como pueda parecer. O sí, qué más da. Entonces otros lugareños y forasteros comienzan a ser víctimas del tarado de la pistola de clavos mientras la gente se pregunta quién y por qué está cometiendo los crímenes y el forense y el sheriff del pueblo tratan de encontrar pistas que les lleven a descubrir al asesino. Total, que esta Nail gun massacre es una de esas películas en las que lo importante no es el destino, sino el viaje. Y con un pequeño puñado de dólares y mucha voluntad el resultado es una cinta entretenida y amena para disfrutar con un par de copas de ron añejo. ¿Qué más se puede pedir?

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