Amigos, en 1978 los KISS eran unas megaestrellas, con discos como Rock and
Roll over, Love gun, Destroyer o los dos Alive en su haber y su mánager Bill
Aucoin estaba empeñado en convertirlos en iconos más allá del ámbito
musical, ya fuese como personajes de cómic o haciéndoles dar el salto a la
pantalla. Así es como Paul, Gene, Ace y Peter se vieron envueltos en el
rodaje de la infame KISS meets the phantom of the park, una película cutre
como ella sola que los kissmaníacos como yo nos compramos y convertimos en
obra de culto por que era de la banda más caliente de la Tierra, no por su
valor artístico. Por cierto, la tengo en VHS y me pregunto si se habrá
echado a perder o si alguna vez la podré ver de nuevo. Pero me estoy
apartando de la senda. Resulta que en ese momento, cuando los integrantes de
KISS ni se hablaban entre ellos, con el ego subidito, envidias en el
ambiente y con unos Peter y Ace bien provistos de cocaína y alcohol, la
banda se dio un respiro para embarcarse en proyectos personales que
–dependiendo de cada caso– correrían suertes diversas. Total, que cada
miembro se rodeó de amiguetes y conocidos para poner en las tiendas a su
particular retoño, una manera de demostrar –o por lo menos de intentarlo– su
valía como artistas por si mismos, sin la necesidad de hacer equipo con los
otros tres y una supuesta jugada maestra de Neil Bogart que así ponía cuatro
discos a la vez en el mercado con el marchamo de la banda. No en vano, pese
a ser obras en solitario, en las carátulas aparecería el logo KISS y se
utilizaría la imagen de cada alter ego de los músicos en el grupo. Deciros
que el resultado fue un fracaso económico para Casablanca Records.
Y eso que Paul Stanley fue quizás quien escogió un sonido más parecido a lo que ya
hacía en KISS. Gene Simmons parió una bizarra mezcla de rock con algunas
idas de olla, Ace Frehley sacó un honesto y hard rockero álbum y Peter
Criss... bueno, hizo lo que pudo. Sed sinceros, los fans de KISS nos compramos
el disco de Peter para tener los cuatro ¿o no? Total, que el disco que
obtuvo mayor éxito fue el de Ace y el que menos, con diferencia, el
de Peter. Ambos resultados no hicieron más que acrecentar la división
interna en el seno de KISS y la aventura supuso el punto de inflexión a una
cuesta abajo que provocaría la salida de la banda de Criss primero y de
Frehley después. Pero resulta que Casablanca puso en las tiendas un millón
de álbumes de cada uno... y vendió en total un millón y medio de los cuatro.
Haced cuentas. Si le sumamos a eso el estreno en televisión de la antes
mencionada KISS meets the phantom of the park –la decepción de los fans al
bajo nivel de la producción no se hizo esperar– no podemos decir que la
popularidad de KISS estuviese en auge en ese momento.
Pero vamos a centrarnos en el disco del señor Stanley Bert Eisen, Starchild para los amigos. Lo primero que llama la atención –como en los otros tres de la serie– es la icónica portada de Eraldo Carugati. Mi edición es la alemana de 1980, con el logo del grupo sin las eses con forma de rayo en aplicación del código penal germano que prohíbe la distribución o uso público de símbolos del partido nazi. Y es que el diseño inicial del logo se atribuye a Ace Frehley, que afirma que nunca pensó en las SS nazis y sólo quería dibujar unos rayos chulos. Los cojones. La verdad es que se me hace raro pensar que una iconografía así no provocase en dos jóvenes judíos como Paul y Gene una obvia asociación de ideas y que no viesen venir el problema. O quizás sí y no quieren reconocer que pensaron que eso les daría más publicidad. A saber.
Total, que el disco fue producido por Paul Stanley y Jeff Glixman a caballo
entre los neoyorquinos Electric Lady studios y los The record plant y The
village recorder, en Los Angeles. De hecho, el álbum se grabó con dos bandas
diferentes en las que tan solo coincidieron en todas las canciones Stanley –voz y guitarras– y el guitarrista Bob Kulick, quien ya había
grabado con KISS tres de los cinco temas inéditos del Alive II del año
anterior. Así, en la primera cara encontramos al batería Richie Fontana, que
tocaba en Piper –otra de las bandas de Bill Aucoin– y al bajista Steve
Buslowe, que ya había tocado con Kulick en la gira del Bat out of hell
de Meat Loaf.
Como colaboradores, el gran Carmine Appice –Vanilla Fudge, Beck, Bogert
& Appice, Cactus o la banda de Rod Stewart, por citar varias– toca la
batería en Take me away, Maria Vidal, Myriam Valle y Diana Grasselli hacen
coros en Move on –las chicas eran componentes de Desmond Child & Rouge y
tal colaboración supuso el inicio de la amistad entre Desmond y Paul– y
Peppy Castro, fundadora del grupo de garage rock psicodélico Blues Magoos,
hace coros en Ain’t quite right.
En la cara B encontramos al batería Craig Krampf y al bajista Eric Nelson, ambos compañeros ese mismo año en la banda del vocalista británico Nick Gilder. En Love in chains colabora el guitarrista Steve Lacey y también tenemos a Peppy Castro haciendo coros en Hold me, touch me. En ese mismo tema toca el piano Doug Katsaros, quien acabaría formando con Castro y Kulick una banda de pop rock y AOR. Las sinergias del rock,amigos.
El track list fue:
A
Tonight you belong to me
Move on
Ain’t quite right
Wouldn’t you like to know me
Take me away (Together as one)
B
It’s alright
Hold me, touch me (think of me when we’re apart)
Love in chains
Goodbye
Comienza el disco con Tonight you belong to me –de mis preferidas– con un
inicio delicado y acústico que da paso a un riff eléctrico y a todo un
temazo ‘muy KISS’ que hubiese encajado perfectamente en un álbum de la
banda. Es, como explica Stanley, uno de los varios temas inspirados en su
relación con Carol Kaye, empleada del departamento de publicidad de la
oficina de Bill Aucoin. Le sigue Move on, otro tema guitarrero en el que el
mayor de los Kulick se luce. Que sí, que Frehley es Frehley y Simmons es
Simmons (y Criss... que sí, que también estaba ahí), pero el alma del
sonido KISS es sin duda Paul Stanley y hasta ahora eso nos ha quedado más
que claro. Más reposada, intimista y quizás menos emparentada con su carrera
principal es Ain’t quite right y en Wouldn’t you like to know me –otro de
los temas inspirados por Carol– Paul nos regala con ritmo y alegría otro
alarde de puro KISS style. La estupenda primera cara finaliza con Take me
away (Together as one), otra de mis favoritas –quizás la que más–, tanto en
la melodía, como en la interpretación y el sentimiento impreso por Stanley,
sin olvidar esa batería de Carmine Appice, quien al final se deja ir con una
maestría impresionante. Un highlight del álbum en mi opinión.
It’s alright abre la cara B como otro claro exponente del sonido KISS, al
menos el que Stanley imprimirá en el futuro en buena parte de sus
composiciones. Un tema fiestero, alegre y movidito. Todo lo contrario que
Hold me, touch me (think of me when we’re apart), que fue el single escogido
para el álbum y que me resulta melifluo, ñoño y que para nada refleja el
sonido Stanley. Por cierto, que la tonada habla sobre Georganne LaPiere, una
más de las numerosas relaciones de Paul y hermana de Cher, por
entonces pareja de Gene Simmons. Todo queda en familia. Mucho mejor me
parece Love in chains, más enérgica y con una poderosa interpretación vocal
del Starchild, definitivamente –por si aún no había quedado claro– mi
preferido de los cuatro KISS. Y el disco finaliza con Goodbye, un temita
juguetón y con mucho swing.
Y no podía faltar en esta reseña un espacio dedicado al perfecto complemento al álbum, el single en color púrpura con la máscara de Starchild que adquirí en los 80 en una de las primeras ediciones de la Fira del Disc de Barcelona, que poseo en su edición británica de 1978 y por lo tanto con el logo original. Una joyita, aunque definitivamente no hubiese escogido yo esos temas para formar parte del single.
Bonus: Y aquí podréis leer mi reseña del Live to win de 2006, que compré en cedé por lo que no puede aparecer –al menos como protagonista absoluto de una entrada– en este vinílico y vinilófilo blog. Leed y escuchad.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
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