Amigos, se viene una brasa importante, aviso, provocada por el carácter especial de esta entrada. El origen del vinilo que hoy os traigo se encuentra en Lucknow, capital del estado indio de Uttar Pradesh, cuando en otoño de 1940 llega al mundo Harold Rodger Webb, el hijo de un empleado de la Indian Railways. Sin embargo, el futuro de Harold está llamado a definirse a muchos kilómetros de distancia cuando con ocho años viaja a Inglaterra con su familia, que establece allí su residencia definitiva. Siendo un adolescente, Harold se interesa por la música y tras dejar la Cheshunt Secondary Modern pasa por varios grupos hasta que con 18 años y en en seno de The Drifters graba su primer single con Columbia, el tema Move it! que llegaría al segundo lugar de las listas de la Gran Bretaña. En ese momento, Harold ya se ha convertido en Cliff Richard, de Cliff –acantilado en inglés– como un remedo de rock –roca– y Richard, por Little Richard. Sin embargo, en los Estados Unidos ya existe un grupo llamado The Drifters por lo que la banda no tarda en cambiar su nombre a The Shadows. A partir de entonces, se produce el despegue de Cliff & The Shadows.
Con un panorama dominado por músicos pop mayoritariamente norteamericanos,
tanto la industria como la juventud británica encumbran a un joven
Cliff Richard que, sin haber alcanzado la veintena, adquiere
una fama inusitada, apareciendo en televisión, protagonizando tours en los
que las chicas gritan histéricas mucho antes del fenómeno
Beatles y participa en varias
películas. New Musical Express le premia con el galardón a mejor
nuevo cantante y él se compra una scooter negra y rosa con los
royalties de Move it! ¿no
es entrañable? Cliff se convierte en una estrella que emana
sencillez y proximidad con una carrera que no deja de acumular éxitos. En
1961 rueda The young ones con
Sidney J. Furie –realizador
canadiense con una variopinta filmografía que incluye la estupenda
Ipcress, Superman IV o Iron eagle– y coloca el
single del tema título en el número 1 de las listas, con ventas de
más de un millón de copias. A raíz del estreno de la película en todo el
mundo con enorme éxito, tanto Cliff como
The Shadows adquieren fama más allá de las fronteras de la
Gran Bretaña –donde el Variety Club nombra al cantante Personalidad
del show business del año– y eso les ofrece la oportunidad de
embarcarse en giras internacionales.
A partir de entonces, Cliff –que declara adorar a Rick Nelson, Ray Charles o al mismísimo Elvis Presley, cuando la prensa le acostumbra a presentar a él como el Elvis británico– es imparable, encadenando éxitos musicales, récords de ventas y giras que le llevan desde España hasta Kenia. En medio del inicio de la Beatlemanía, Cliff sigue apareciendo en películas y en programas de televisión y encadenando hit singles, llegando a tener en el Top 10 británico cinco a la vez, mientras los Fab Four tenían “sólo” tres. Hay que decir que la prensa explotó una pretendida rivalidad y animadversión entre The Shadows y The Beatles, cuando en realidad sentían respeto mutuo. Es más, John Lennon llegaría a afirmar que Cliff era lo mejor que le había ocurrido a la música británica y que sin él nada hubiese sido igual. Con todo, los lectores de New Musical Express ignoraron a los de Liverpool y en 1965 otorgaron a Cliff el premio al mejor cantante masculino.
Pero hay un momento en que la carrera de Cliff Richard está a
punto de tener fin cuando el 16 de junio de 1966 aparece en un acto
organizado por Billy Graham –un
influyente predicador evangélico y ministro bautista de Carolina del Norte
que se convirtió en celebridad al emitirse sus sermones por radio y
televisión y llevar a millones de personas su discurso, además de amasar una
gran fortuna– en el que se expresa abiertamente sobre su fe. Bautizado como
anglicano, dos años antes había abrazado con fuerza el cristianismo y eso
había hecho mella en su determinación como artista. Al parecer,
Cliff llegó a plantearse dejar la música y convertirse en
sacerdote o profesor de religión y a lo largo de 1967 el tema era habitual
en revistas y programas de televisión musicales. Sin embargo,
Cliff Richard continuó cantando, apareciendo en películas –una
de ellas, Two of a penny, financiada por la
Billy Graham Evangelistic Association– e incluso apareciendo junto a
The Shadows como marionetas en la mítica serie de televisión
Thunderbirds.
Y así es como, al igual que
Mary Hopkin –protagonista de mi
anterior
entrada
de esta serie– haría dos años después, Cliff Richard, artista mimado por el público y la industria británica, estrella
estratosférica e icono internacional de la música fue el intérprete
seleccionado para participar en el Festival de Eurovision de 1968 que
tendría lugar, además, en el Royal Albert Hall londinense. Todos los
astros parecían estar alineados para que Cliff se llevase a
casa un nuevo galardón. Pero la tanqueta de Leganitos –la española
Massiel, de quien ya os hablé en otra
entrada
de esta serie– le aguó la fiesta. Cosas que pasan. Sin embargo,
Congratulations era un temazo y
consiguió ser un superventas en medio mundo, lo que incluyó nuestro país. Y
mi madre, toda una joven moderna y amante de la música, evidentemente se
hizo con el single... aunque sospecho, por algunas historias que
contaba, que su colección eran regalos de algún cliente de la oficina de
Banco Español de Crédito en la que ella trabajaba como secretaría del
director. Eso explicaría que sus últimos vinilos sean del 68, año en el que
nació mi hermana y mi madre dejó el banco para convertirse en ama de casa a
tiempo completo.
Total, que producido por el arreglista, productor y director de orquesta Norman “Norrie” Paramor y editado por La voz de su amo, sello subsidiario de la barcelonesa Compañía del gramófono-Odeon, dependiente a su vez de EMI Ltd. el single llegó a las manos de mi madre con el siguiente track list:
A
Congratulations
B
High‘n’dry
Primero encontramos
Congratulations, uno de esos temas simplones de estribillo facilón y repetitivo –lo que no
significa que sea sencillo de componer, ahí está el mérito– creado por los
multipremiados compositores
Bill Martin –su nombre real era
William Wylie Macpherson, un editor musical escocés– y
Philip Michael Coulter, un productor, arreglista y director de orquesta norirlandés. ¿Quién no la
ha cantado o tarareado alguna vez?
El single se completa con
High‘n’dry, escrita por la prolífica pareja de compositores de Bristol
Frederick Roger Cook y
Roger Reginald Greenaway. Se trata de un tema con arreglos orquestales, coros femeninos y muy
alegre que, sin embargo, no tiene ese “aquel” que lo convierta en temazo más
allá de ser resultón y disfrutable.
Tras el bache de Eurovision y gracias a que el tema fue todo un
éxito al margen del resultado en el concurso, Cliff continuó
con su carrera, sus actuaciones –incluyendo conciertos de góspel como uno
memorable en la catedral de Coventry–, sus discos y sus sermones
evangelistas en los que no se ahorraba el criticar a otros músicos y
declarar que el sexo fuera del matrimonio, el consumo de drogas y alcohol o
la relación con gurús budistas e hinduistas –muy en boga en la época– eran
comportamientos pecaminosos. Y tras diez años en el mundo del espectáculo,
The Shadows y su frontman iniciaron caminos separados,
pero –como acostumbra a decirse–, eso ya es otra historia.
Y si al principio de la entrada os decía que esta era especial es porque
con este single –uno de los pocos que la hacía realmente feliz,
recuerdo que se le iluminaba la cara cuando tarareaba o repetía el
estribillo con su inglés de oídas al escuchar el tema por la radio– finalizo
la serie de entradas dedicadas a mi madre, fallecida en verano de 2022, que
he titulado “Los singles de mami” y en la que he reseñado los EPs y
singles de su colección que he heredado. Espero que os haya permitido
descubrir historias y músicas interesantes. A mi me ha servido –además de
para eso– como excusa para ocupar con su recuerdo mi memoria cada vez que
manoseaba uno de estos miniálbumes y ponía en orden información y
sentimientos para dar contenido a este blog.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
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