domingo, 18 de febrero de 2024

Chuletas de cordero estofadas


Cómo la familia –es complicado cuadrar agendas de suegra, cuñados, cuñadas, sobrinos y sobrinas con el fin de que asista a la cita la mayor cantidad de personas posible– aún no hemos encontrado una fecha para reunirnos a hacer la habitual calçotada anual –sí, somos gente de tradiciones– el viernes decidí decidí comprar un par de raciones precocinadas de esas que uno se calienta en el horno, las acompaña de salsa de calçots y ni tan mal, oiga. Y para echar algo consistente al estómago, que al final el calçot no deja de ser una verdura, me compré unas chuletitas de cordero. Eso sí, las suficientes para tener una ración extra para la semana. Así que me he decantado por hacérmelas estofadas. Y como ya hace tiempo que no os paso una de mis recetas, de esas en las que los ingredientes y las cantidades son a voluntad y a ojo de buen cubero pero la elaboración sencilla y el resultado óptimo, hoy os traigo estas Chuletas de cordero estofadas, al modo Piltrafilla. 
 
En una sartén grande, se salpimentan unas chuletas de cordero con romero y tomillo (siete en mi caso), se doran en aceite de oliva y se reservan. En ese aceite, se doran dos cebollas y una ñora en juliana, y dos dientes de ajo en varias láminas gruesas. Cuando la cebolla está dorada, se añade un chorrito de vino negro y se deja reducir. Luego se añade tomate rallado natural (yo he usado tres), añadiendo un poco más de sal y se echan las chuletas a la mezcla para que cojan el sabor. Se va vigilando el tema y entonces se cubre de agua y se deja cocer una media hora. Yo también he añadido media pastilla de caldo de carne. 
 

Pasado ese tiempo, añadimos una patata o dos –depende del tamaño de estas– y cocemos por veinte minutos más, vigilando que no se acabe el agua. Luego dejamos reposar para que la carne y las patatas absorban el líquido. 
 
Y ya está. A mojar pan y a disfrutar.

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