Ha llegado un nuevo viernes y con él, una nueva entrada de la serie “Los singles de mami” en la que os comento los vinilos que heredé de mi madre y que corresponden a su época de juventud como secretaria de dirección en Banesto, desde 1962 hasta 1968, cuando con 26 años ya me tenía a mi, dio a luz a mi hermana y dejó a un lado su trabajo y lo de comprarse discos y asistir a guateques para convertirse en ama de casa full time. Era el siglo XX, amiguitos. Total, que hoy toca comentaros este ¡Aleluya! de Massiel, una artista que aún aparece por televisión de tanto en tanto aunque hace tiempo que dejó la música. Y como el comentario de los dos temas que aparecen en el single no tiene demasiado recorrido, la verdad, voy a centrar la entrada en los tres puntales en los que se aguanta la obra: su intérprete, su autor y su productor, tres figuras de las que sólo resta con vida la mencionada Massiel.
En realidad, su nombre era María de los Ángeles Félix Santamaría Espinosa y
era hija del promotor musical Emilio Santamaría, que fue representante de
artistas como Los Bravos, Los Brincos, Karina o Miguel Ríos entre otros.
Evidentemente, eso le abrió las puertas de las discográficas aunque lo
cierto es que la muchacha valía para ello. Dotada de un fuerte carácter, fue
criada en un hogar de ideología republicana. Así, pese a haber
intentado ser instrumentalizada por el régimen cuando en 1968 derrotó en
Londres con La, la, la al favorito Cliff Richard y su Congratulations –en
realidad, el Estado lo intentaba con todo artista que tuviese éxito en
cualquier campo–, Massiel rechazó recibir el Lazo de Isabel la Católica y se
declaró antifascista. Eso le costó estar vetada en TVE e incluso ataques por
grupos violentos de extrema derecha. Y es que la chica era muy progresista,
de las que vestían falda corta, ropa alegre y colorida y se codeaba con
intelectuales de izquierda, algo que no estaba bien considerado por el régimen de la época. Durante su adolescencia, Massiel conoció a su
gran amigo, Luis Eduardo Aute, un artista multidisciplinar al que hay que
dar de comer aparte.
Luis Eduardo Aute nació en Manila porque su padre –un barcelonés hijo de
andaluces– emigró hasta allí para trabajar en Tabacos de Filipinas. En su nuevo hogar conoció a su esposa, hija de valenciana y santanderino y tuvieron a Luis
Eduardo, que durante su educación aprende inglés, tagalo, catalán y castellano.
Para abreviar, deciros que el niño destacaba en dibujo y en
la realización de películas en 8mm pero tras regresar a Barcelona primero y
a Madrid después, Luis Eduardo se dedica a pintar influenciado por el
expresionismo alemán. Y aunque la pintura era su gran pasión, a principios
de los 60 ya había hecho sus pinitos en el mundo de la música. Se matricula
en Arquitectura pero al poco tiempo deja la carrera y se traslada a París,
donde descubre la música de Jacques Brel y Georges Brassens. Y a su regreso,
haciendo la mili en Tremp, en uno de sus permisos conoce a Massiel, que por
entonces aún no cantaba y era sólo una chica mona que salía por las discotecas
de Madrid, dando comienzo una gran amistad.
En aquel tiempo, Aute componía canciones con gran facilidad y mientras
ensaya con un amigo para un disco que este quería editar, el productor Juan
Carlos Calderón le escucha y le pide que las grabe él. Aute se niega, no
quiere dejar de pintar y exponer en Estado Unidos o Brasil. Más tarde,
compone varios temas y se los ofrece a su amiga Massiel, que ya quiere iniciar
una carrera en el mundo de la música. Uno de esos temas es Rosas en el mar,
que tuvo enorme éxito. Tanto que RCA convence a Aute para que grabe otro de
sus temas, Aleluya #1 que Massiel también graba para Zafiro con el título
¡Aleluya! y que es el single que hoy os presento.
Tuvo tanto éxito que se hicieron versiones en otros idiomas por cantantes de países como Francia, Italia, Brasil, Japón o Estados Unidos. Pese a ello, Aute siguió considerándose pintor y lo de músico como algo temporal, aunque el gusanillo ya había calado y poco después el pintor, realizador, compositor y poeta inició su faceta como intérprete que finalizó con su muerte en 2020.
Y el tercer protagonista de esta obra es el santanderino Juan Carlos
Calderón, músico, arreglista, compositor y productor que trabajó con Nino
Bravo, Joan Manuel Serrat o el mismo Luis Eduardo Aute –de hecho, fue su
descubridor y uno de sus valedores ante RCA cuando el filipino aún no quería
dedicarse a cantar– que produjo el single de Massiel aunque con quienes
alcanzaría fama internacional serían Mocedades y el mexicano Luis
Miguel.
En cuanto a los temas del single –todo lo que he escrito hasta ahora ha
sido para rellenar de contenido la entrada– os diré que ¡Aleluya! es como
una poesía con arreglos musicales y el chorro de voz de Massiel
interpretando con mucho sentimiento lo que no deja de ser un desgarrador
canto a la vida, a lo cotidiano, a lo carnal por encima de una sociedad
muchas veces absurda. Es, te guste o no este estilo de música, un temazo que
no creo que nadie con más de 50 años pueda decir que no conoce. Enorme
Massiel (la tanqueta de Leganitos) y enorme Luis Eduardo Aute. Y en la cara
B, Largo el camino tiene la difícil papeleta de complementar el single, con
bonitos arreglos de Calderón y nuevamente una letra muy poética de Aute,
donde Massiel nos canta sobre la perseverancia del amor y la lucha de este contra
la adversidad y la indiferencia. En fin, pop de calidad pero bastante
alejado ya de su tiempo.
En resumen, seguramente no os ha interesado demasiado el rollo que os he
pegado pero tengo el single –otra de esas ediciones en las que portada y contraportada eran
iguales–, es música y es vinilo por lo que cumple los preceptos de obligado
cumplimiento para aparecer en este blog. Y además, era de mi
madre.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
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