Le toca ahora a la ucraniana Katya Gridneva, una artista a la que desde pequeña le gustó pintar y dibujar. Además, tenía talento para ello, toda una suerte porque habiendo sido seleccionada para entrenarse como gimnasta en una de las más prestigiosas academias deportivas de la URSS, vio como su carrera deportiva se iba al traste al lesionarse a causa de una caída. Entonces estudió Bellas Artes en San Petersburgo –donde también impartió clases más tarde– antes de llamar la atención con sus óleos y pasteles de galerías de Gran Bretaña, lugar en el que acabó estableciéndose en 1999.
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