domingo, 25 de junio de 2023

El monte de las brujas (1973)


Toca hoy hablar de otra de esas peliculillas más bien extrañas, esta El monte de las brujas conocida internacionalmente como The witches mountain ya que en su día no pudo ser exhibida en los cines españoles debido a la censura y se estrenó directamente en los Estados Unidos convirtiéndose en toda una obra de culto. La película comienza con una mujer llamada Carla entrando en su casa y encontrando una peluca atravesada con un puñal en su jardín, una muñeca con una aguja de coser clavada en la cabeza y su gata Circe –el nombre es de una hechicera de la mitología griega– muerta y metida entre las sábanas de su cama. El empleado de la mujer dice que nadie ha visitado la casa en su ausencia y sólo su pequeña hija Gerda se encuntra allí, por cierto, muy enfadada porque según ella Circe ha asustado a su mascota, una boa a la que no encuentra. De hecho, la niña es la que declara haber matado a la gata para castigar a su madre. Entonces vemos como finalmente Gerda encuentra a su serpiente y aprovechando que está distraída... Carla le arroja gasolina y le prende fuego a la niña! Joder, no me digáis que no es un inicio de lo más turbador, que presagia una historia oscura. Pues sí, oscura y una total sinrazón. Por cierto, nadie os contará quién era Gerda y el motivo por el que Carla acaba con ella. Dirigida y coescrita por el aragonés Raúl Artigot, El monte de las brujas estuvo protagonizada por la norteamericana Patty Shepard, el iraní Cihangir Gaffari y los catalanes Mónica Randall y Víctor Israel, entre otros intérpretes. Tras el cruel asesinato, Carla se presenta en casa de su ex-novio Mario e intenta convencerlo para ir juntos a Brasil. Pero su relación parece que no acabó bien y Mario no tiene ninguna intención de pasar tiempo con Carla, es más, delante de ella telefonea a su revista para que le asignen algún trabajo que le deje sin tiempo para vacaciones. 
 

Así es como el fotógrafo acaba en Ribadesella, donde conoce a una joven escritora llamada Delia con la que inicia una relación que les llevará a pasar juntos mucho tiempo por parajes de las montañas, lagos y bosques de los Picos de Europa. Pero antes hemos asistido a un episodio inquietante, cuando Mario lleva a Delia a su casa escucha una música fantasmagórica. Esa música es uno de los elementos que Artigot utiliza para incomodar al espectador. Así, a lo largo de la cinta, la tensión es tan abrumadora que cualquier simpleza como un apagón o la aparición súbita de un personaje entre las sombras genera un sobresalto. El realizador consigue de esa manera crear una atmósfera opresiva sin mostrarnos ni un ápice de sangre o de imágenes terroríficas. Por cierto, que Artigot se vale de un recurso que William Friedkin ya usó en El exorcista con la imagen de Pazuzú cuando nos enseña fotografías de enigmáticas mujeres integradas en el paisaje, que aparecen en pantalla apenas fracciones de segundo. El resultado es una película que consigue hacernos pasar miedo, pero que no aclara los interrogantes que genera. En resumen, El monte de las brujas es una película de final previsible a la vez que inexplicable, pero una de esas obras más que aceptables aun sin ser obras maestras en las que lo importante no es el final sino el rato que hemos pasado hasta llegar a él.

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