domingo, 19 de marzo de 2023

La grieta (1990)


Y después de unos cuantos domingos sin reseña cinematográfica, el séptimo arte regresa al blog de la mano de esta La grieta, una película española con reparto internacional dirigida, escrita y coproducida por Juan Piquer Simón. El argumento es de lo más original –guiño, guiño–, veréis. Resulta que el Sirena I, un submarino experimental de la corporación Contek que llevaba a cabo una misión militar secreta, ha desaparecido. La compañía echa la culpa a su diseñador de supuestos fallos en el proyecto original y este acusa a Contek de haber hecho modificaciones sin permiso –como añadir propulsión nuclear– para las que el navío no estaba preparado. Sea como sea, el Pentágono envía un nuevo submarino –el Sirena II, para qué rompernos la cabeza con el nombre– en misión de rescate. Así, con el capitán Phillips al mando de un experimentado equipo y la presencia de Wick Hayes –el diseñador de los submarinos–, los rescatadores siguen la pista de la caja negra del Sirena I y consiguen llegar hasta una grita en el fondo del mar dónde no vive Bob Esponja precisamente, sino unas extrañas plantas mutantes y tóxicas. Y es que –oh sorpresa– en realidad Contek llevaba a cabo un experimento secreto de ingeniería genética que digamos que no ha salido como se esperaba. No tardaremos en darnos cuenta de que entre los miembros de la tripulación hay alguien que no desea encontrar a los desaparecidos sino ocultar las pruebas del experimento. La película cuenta con un reparto variopinto formado –entre otros– por Jack Scalia, que ya había aparecido en series televisivas como Dallas o Remington Steele y que en la versión española se vio favorecido por el doblaje de Ramón Langa, Ronald Lee Ermey –antiguo militar al que mayormente se recuerda por su papel de instructor Hartman en La chaqueta metálica de Kubrick–, Deborah Adair, habitual en Dinastía, Santa Bárbara o Vacaciones en el Mar y Ray Wise, que a partir de ese mismo año se haría famoso internacionalmente por interpretar a Leland Palmer en Twin Peaks
 

Completaban el reparto los españoles Tony Isbert, Frank Braña o el mismísimo Pocholo Martínez-Bordiú, Barón de Gotor, economista, empresario y personaje mediático excesivo, alocado e histriónico –la coca, que es muy mala– que había estudiado en Suiza y los Estados Unidos alternando los estudios con trabajos esporádicos como modelo o actor hasta que lo dejó todo y se fue a Ibiza a trabajar de disc-jockey en Pachá. En fin, que habiendo crecido disfrutando de una enorme cantidad de series televisivas ochenteras, lejos de parecerme cutre la apariencia de baratillo de La grieta, su diseño de producción casposo, sus efectos especiales y visuales de mercadillo y sus intérpretes de segunda me aportan una familiaridad que me la hace atractiva. Con todo, pese a no tratarse de actores de primer nivel, las interpretaciones son convincentes y aunque el aspecto general de la producción ya os digo que es de un tono muy low cost, si nos la tomamos como lo que es –un producto que busca entretener con una mezcla de ciencia ficción, acción y película de submarinos– resulta bastante simpática. O a lo mejor es que tengo debilidad por este cine casposo. Así pues, recomendadísima pese a sus múltiples e innegables carencias, tampoco os voy a engañar.

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