En la segunda parte de la mañana desembocamos en el muelle de Eminönü a través de sus callejuelas y cogimos el ferry a Kadiköy, barrio situado en la parte asiática de Estambul a orillas del Mar de Mármara en Anatolia y uno de los más antiguos de la ciudad. Uno de los puntos de interés de Kadiköy es su mercado abierto –fue uno de esos momentos en los que mi ánimo recibía tantas sensaciones a la vez que ni se me ocurrió hacer fotografías, mala suerte–, con gran cantidad de puestos de venta de pescado fresco, cordero, verduras o viandas autóctonas. Paradójicamente, pese a estar oficialmente en Asia, las calles adyacentes me resultaron mucho más europeas que las del Estambul supuestamente europeo. Y es en los alrededores del mercado donde se encuentra el Akmar Pasaji, un pasaje interior con numerosísimas tiendas de libros de segunda mano así como de discos de vinilo. Ya os anuncio que en una de ellas aproveché para hacerme con mi habitual souvenir musical.
Después de comer decidimos dirigirnos a pie hasta Üsküdar, barrio al norte de Kadiköy –en realidad, este último se separó de Üsküdar– y antigua Crysopolis griega fundada incluso antes que Bizancio, a donde llegamos tras dar un largo paseo que nos condujo a través del cementerio de Karacaahmet, el mayor de Turquía y más viejo de Estambul con sus 700 años de antigüedad. Allí me encontré con una ruinosa Otosan P100, una pickup de principios de los años 90 fabricada por Ford Otomotiv Sanayi, una compañía de automóviles turca en manos de Ford Motor Co. y el holding empresarial –el mayor de Turquía– de la familia Koç, una de las más ricas del país, cuya sede se encuentra precisamente en Üsküdar. Y con imágenes del mercado de Üsküdar, la Mezquita Yeni Valide y el Bósforo de regreso al hotel finalizo la serie fotográfica de hoy que concluye con unas vistas de la Torre Gálata desde Balat, barrio en el que cenamos esa noche.
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