El viernes tuvo lugar un nuevo estreno Marvel, el de Ant-Man and The Wasp: Quantumania, por lo que tocaba tarde paterno-filial con mi niña (24 años va a hacer) en una sala comercial, que hay que aprovechar cualquier excusa para esos momentos. Así que compramos nuestras entradas y tomamos asiento en nuestras butacas, más por una cuestión de tradición familiar que por ganas. Desde el punto de vista cinematográfico, las expectativas tras la enorme decepción que supuso la última correría amorosa de Thor (ver mis impresiones aquí) eran mínimas. Quizás por eso puedo deciros que salí del cine medianamente contento. Eso sí, hay que olvidarse un poco del universo marveliano y pensar que estamos ante una sencilla película de aventuras de ciencia ficción con muchos efectos visuales.
El argumento nos cuenta que Scott Lang, su hija Cassie, Hope Van Dyne y sus padres Hank y Janet acaban por accidente en el mundo cuántico y cómo deben lidiar con Kang, un supervillano relacionado con el pasado secreto de Janet mientras estuvo exiliada en ese universo. Y no es que me calle cosas para no caer en spoilers, es que no hay nada más que contar. En sus dos horas de metraje, hay muchos minutos en los que no pasa absolutamente nada, salvo que corre el tiempo. En ese aspecto, la película es un truñaco. Sin embargo, si tenemos en cuenta que esta vez sí que hay un humor efectivo, que en esta los chistes visuales o los chascarrillos son graciosos, al menos podemos decir que hemos pasado un rato alegre. También me ha gustado mucho el diseño de personajes –esas viviendas vivas o el personaje de goma sin agujeros– y escenarios, que pese a ser todo CGI, está utilizado con mayor gusto que en otras ocasiones. Tiene incluso un momento bastante Star Wars en el que parece que estemos en la mítica cantina de Mos Eisley.
Le sumamos que Paul Rudd es un carismático Scott Lang, ese héroe que sigue sin creerse que lo es y que el resto del elenco lleva a cabo unas interpretaciones creíbles y ya tenemos la justificación para no arrepentirnos demasiado de habernos tragado esta Ant-Man and The Wasp: Quantumania de usar y tirar. Eso sí, estaba ilusionado por la aparición de MODOK –un personaje que de pequeño me tenía fascinado– y finalmente hubiese preferido algo más oscuro y menos caricaturesco. Lo que está claro es que, agotadas las aventuras de los pesos pesados de los cómics Marvel con los que disfruté de pequeño –Iron Man, Hulk, Capitán América, Vengadores... y ya veremos lo que le queda a Spiderman–, los responsables del MCU están cada vez más por la labor de generar beneficios y abrirse a personajes de posteriores generaciones que de hablarnos de nuestros héroes de infancia. En resumen, los fans del género pasaréis un rato entretenido pero la peliculilla aporta bien poco.
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