Amiguitos, hacía tiempo que no os hablaba de una película australiana y hoy le pongo remedio con esta Dead easy, un thriller exponente tardío de lo que se dio en llamar Ozploitation, escrita y dirigida por Bert Deling. Protagonizada por Scott Burgess, Rosemary Paul, Tim McKenzie, Max Phipps y Tony Barry, nos cuenta las desventuras de un buscavidas de pacotilla llamado Georgie y una actriz abocada a la prostitución llamada Alex, dos perdedores que ansían una vida mejor y que inician una relación sentimental mientras intentan encarrilar sus vidas al frente de su propio negocio en King Cross, el barrio del entretenimiento para adultos de Sidney. Sin embargo, se verán envueltos en una guerra de señores del hampa. En medio de todo eso también entrará en juego Armstrong, un policía novato que ha caído en una trama de corrupción con agentes al servicio de los intereses de los amos del barrio.
Total, que Dead easy es una buena muestra de cine negro australiano muy interesante, con cierta violencia y con un retrato de los diferentes estratos de los bajos fondos de Sidney de principios de los 80 mezclado con la subtrama amorosa entre los dos protagonistas. Eso sí, aunque las interpretaciones y la fotografía son bastante aceptables, el final es inverosímil a más no poder y echa por tierra –al igual que esa persecución con un vehículo que parece haber sido robado del set de Mad Max– la seriedad y el tono lúgubre de la cinta hasta ese momento. Con todo, entretenida.
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