Hoy toca ver imágenes de la Catedral de Santa María –a la que no pudimos acceder por estar celebrándose una misa en esos
momentos y donde se nos olvidó regresar más tarde– la iglesia de Aleksandr Nevski –preciosa por fuera y por dentro,
aunque del interior no pude tomar fotografías al estar prohibido–, el
edificio rosa del Parlamento y la torre Pikk Hermann del
castillo de Toompea, las murallas, la Plaza de la Libertad y
la iglesia de San Juan.
Y como la entrada me ha quedado pobre de texto, os contaré que mi mujer es
más de Coca-cola Zero o radler –la cerveza con limón de toda
la vida, que en cada país tiene un nombre diferente y es un espectáculo ver
la cara de los camareros hasta que entienden a qué mejunje se está
refiriendo– pero por suerte mi hija ha heredado mi gusto por la cerveza. Así
que cada día a las 12 del mediodía, para nosotros era la hora de la cerveza.
Lo mismo que a media tarde o –en mi caso, que ella se controla más– en la
comida y en la cena. Y es que en vacaciones me dejo ir. De diario puedo
tomarme una cerveza (33 cl) o un par de vasos de vino, poco más. Sin
embargo, cuando estoy de vacaciones en otro país, salgo a 2 o más litros de
cerveza al día. Así tengo la panza que tengo.
Hasta aquí las historias del abuelo cebolleta. Mañana, más
fotos.
Por favor, digame, me estoy pasando al lado oscuro o su fotografía me gusta cada vez más?
ResponderEliminarLo dicho, usted no está bien. Me preocupa. O eso o tendrá que hacer sus comentarios con otro alias. Atticus ya no es mi Atticus.
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