viernes, 23 de abril de 2021

WASP – Inside the electric circus (Capitol records-1986)


Ladies and gentlemen, boys and girls and wild ones of all ages... vamos allá. Tal como ya os dije en mi anterior entrada, voy a ir tirando de colección y a traeros vinilos de los que aún no haya hablado nadie, aunque en el fondo no tengan ninguna característica que los haga especiales, más allá que mi amor por ellos y las innumerables ocasiones en las que la aguja de los tocadiscos que he tenido a lo largo de los años ha discurrido por sus dos surcos. Total, que este viernes les toca a los WASP. Y si hace ya unos añitos os hablé aquí de The headless children, hoy os presentaré a su anterior álbum de estudio, el controvertido Inside the electric circus. Controvertido por su portada, por el giro comercial de su sonido y por los cambios de formación, todo por obra y gracia del señor Steven E. Duren, más conocido como Blackie Lawless, quien además ha declarado alguna vez que este es el peor disco de WASP, algo en lo que no estoy de acuerdo para nada. 
 

Y es que, tal como cuenta Randy Piper en una divertida entrevista, se dio cuenta de que era el momento de irse de la banda cuando Blackie trajo como idea para la cubierta del tercer disco que él aparecería en la portada así, en la parte trasera asá y en la funda interior de otra forma. Según Randy, él le preguntó si al menos aparecería alguna pequeña foto suya por alguna parte. Piper no recuerda cual fue la respuesta pero estaba demasiado claro a esas alturas que Blackie consideraba la banda como una proyección de su persona por lo que para el guitarrista de San Antonio era el momento de tomar las de Villadiego. No obstante, el tipo parece no albergar demasiado rencor para con Blackie y afirma que le encanta Inside the electric circus y que le parece que The headless children es el mejor álbum del grupo, un disco en el que tampoco tocó. Sea como sea, la despedida de Piper permitió a Lawless regresar a la guitarra rítmica –que ya había tocado en Circus Circus, la banda que con Randy en sus filas supuso el germen de WASP– y propició el fichaje como nuevo bajista de John Tumminello, más conocido como Johnny Rod. Por aquel entonces los King Kobra estaban a punto de ser echados de Capitol –el mismo sello en el que estaban WASP– tras editar un segundo álbum con el que nadie quedó contento. 
 

Por suerte en ese momento de incertidumbre, el management de WASP contactó con él y Johnny se sintió libre de unirse ilusionado a la banda de Blackie en medio del proceso de grabación del Inside the electric circus. Según el propio Rod, la química surgió en el primer encuentro con Blackie, que estaba trasteando en la mesa de mezclas y le preguntó si conocía I don’t need no doctor, un viejo tema de Humble Pie –en realidad lo escribieron Ashford & Simpson y lo grabó Ray Charles años antes– que Johnny Rod adoraba y que tocaba desde hacía años. Así que cogió el bajo, la tocó... el tema acabó en el disco y él en WASP
 
Total, que con Blackie Lawless a las voces, guitarra rítmica y ejerciendo de productor junto a Duane Baron y Alex Woltman en los Pasha music house studios de Spencer Proffer –que había producido The last command– , el alocado Chris Holmes a las guitarras, Steve Riley a la batería y el recién fichado Johnny Rod al bajo, los WASP pusieron en las tiendas un Inside the electric circus que, con una portada polémica –mezcla del Animalize y el Bark at the moon que algunos calificaron de homoerótica– diseñada por Lawless y Rod Smallwood que fotografío Dick Zimmerman, tenía el siguiente track list
 
A 
The big welcome 
Inside the electric circus 
I don’t need no doctor 
9.5-N.A.S.T.Y. 
Restless gypsy 
Shoot from the hip 
 

B
 
I’m alive 
Easy living 
Sweet cheetah 
Mantronic 
King of Sodom and Gomorrah 
The rock rolls on 
 
Con The big welcome, una introducción a modo de bienvenida a ese circo eléctrico en el que nos vamos a sumergir, da inicio Inside the electric circus, el tema título del álbum, con ese sonido marca de la casa acojonante y una presencia aplastante de Holmes, un guitarrista que si no hubiese sido por sus graves problemas de alcoholismo y tener al lado a un tipo con el ego como un autobús de dos pisos, hubiese podido alcanzar mayor reconocimiento. Entonces llega la primera versión del disco, esa I don’t need no doctor que ya os he mencionado antes y que resulta más que solvente. 9.5-N.A.S.T.Y. es el pedazo de single que se lanzó como presentación del disco y es otro tema inolvidable con esos estribillos típicamente lawlessianos en el que Holmes se luce. Con unos aires a lo grabado en su anterior The last command nos llega la estupenda Restless gypsy, una power ballad emotiva con otro gran solo de Holmes. Temazo. Y la cara finaliza con Shoot from the hip, más flojito aunque totalmente reivindicable. La verdad es que no puedo entender cómo Lawless o incluso Holmes tienen en tan baja estima a este álbum cuando, para mi, forma parte del cuarteto imprescindible de la historia de la banda. Sí, ya sé que la mayoría tenéis a The crimson idol como la obra cumbre de Lawless, pero yo antes salvaría todas sus obras precedentes. 
 

En fin, que le damos la vuelta al plástico y la banda nos presenta I’m alive, otro tema marca de la casa que también me trae ecos de su anterior álbum. La segunda versión del disco es una estupenda Easy living en la que Holmes vuelve a darlo todo y que me encanta. Vamos, que no lo harían tan mal cuando consiguieron que su autor –Ken Hensley– aceptase a tocar los teclados para su siguiente The headless children. Le sigue Sweet cheetah, otro tema marca de la casa aunque –en mi opinión– con un estribillo demasiado parecido al de L.O.V.E. machine de su debut. La parte del solo es matadora. Luego llega Mantronic –que comienza engañosamente como una baladita– y que es otro temazo igual que la trallera King of Sodom and Gomorrah. Finaliza el disco maldito de WASP para varios de sus componentes –repito, no estoy para nada de acuerdo– con The rock rolls on, otro de esos temas sin nada especial excepto que es un chute de energía y suena a WASP por los cuatro costados... and I like it
 
Lo dicho, un fantástico disco –cuyas mezclas corrieron a cargo de Michael Wagener, poca broma– que no pondría por encima de sus dos predecesores pero que –quizás por ello– hizo aún más grande a su sucesor. De todas formas, yo lo considero imprescindible. No dudéis en darle una escucha si no lo habéis hecho ya. 
 
 
 
¡Feliz viernes! 
@KingPiltrafilla
 
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
 

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