domingo, 14 de febrero de 2021

Spermula (1976)


Amiguitos, hace tiempo que, atraido por la imagen de una de sus protagonistas –la canadiense Dayle Haddon–, tenía ganas de ver la película de la que os hablaré hoy, la francesa Spermula. La cinta parecía desprender una sensualidad y elegancia que me evocaba la obra de mi admirado Helmut Newton. Sin embargo, una vez más, he podido constatar que en la vida, la mayor parte de las cosas no llegan nunca como las esperas. Escrita y dirigida por Charles Matton, la historia comienza en los años 30, cuando una secta formada por miembros de la alta sociedad que aborrece el arte y el amor y que promulgan la realización del hombre a través del sexo desaparece sin dejar rastro. Años después, vemos un enorme avión que transporta a Spermula y sus acólitas, todas ellas con la capacidad de leer mentes y comunicarse por telepatía. El grupo llevará el legado de aquella secta a una población en la que se instalarán en una mansión y se introducirán en el círculo del alcalde, un degenerado que goza humillando a su esposa, una viuda que mantiene una relación incestuosa con su hijo y tiraniza a su doncella y otros personajes como un cardenal, un pintor o las actrices de un cabaret regentado por un enano. Sin embargo, Spermula se enamorará del pintor –arte y amor–, lo que contraviene todo aquello en lo que se basa su existencia. 
 

Protagonizada por la mencionada Dayle Haddon junto a Udo Kier, François Dunoyer, Jocelyne Boisseau o Ginette Leclerc entre otros intérpretes, Spermula es un ejercicio de erotismo softcore, esteticismo y se caracteriza por un guión absurdo e ininteligible que alcanza aún mayor grado de incongruencia si atendemos a la versión internacional doblada al inglés en la que, con metraje adicional de tomas espaciales y un cohete, la historia pasa a ser un cuento de extraterrestres vampiras sexuales que absorben el semen de los hombres para evitar que nuestro planeta se reproduzca y así hacerse con él. Es decir, imaginad el truñaco que era la película cuando los responsables de su distribución internacional decidieron alterar el argumento de tal manera que se alejaba del todo de la versión original. En fin, una cinta aburrida aunque visualmente atractiva y recomendada sólo a los amantes del erotismo setentero con afán completista.

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