domingo, 22 de marzo de 2020

The drug king (2018)


En el apartado de las reseñas cinematográficas, hoy le toca a la surcoreana The drug king, un thriller escrito y dirigido por Woo Min-ho con un extenso reparto encabezado por el omnipresente Song Kang-ho antes de rodar la multipremiada Parasitos. Ambientada en Busan en los años 70, retrata la historia de Lee Doo-sam, un traficante sin experiencia que comienza trapicheando con relojes y joyas para un delincuente local y acaba convirtiéndose en un narcotraficante de metanfetamina multimillonario y con relaciones en las altas esferas del país antes de que un fiscal testarudo consiga meterlo en la cárcel. Se trata de la típica película de ascenso y caída de un criminal a lo Scarface, aunque con un protagonista menos violento pero más astuto que el interpretado por Al Pacino en la cinta de Brian De Palma


De hecho, con una motivación que va de la puramente económica a la ideológica –cree que igual que la dinastía Ming cayó por culpa del opio, es un deber patriótico contribuir a la caída de Japón inundándolo de metanfetamina–, mientras va afianzando su posición en el narcotráfico y la sociedad surcoreana, Lee Doo-sam recibe puñaladas, palizas y sufre todo tipo de contratiempos de los que sale airoso aunque con cicatrices sorporales sin que su determinación a prueba de bomba sufra merma alguna. Total, que The drug king es una película que gustará a los habituales espectadores del cine surcoreano y quizás exasperará a los que no están acostumbrados a la aproximación al género de la cinematografía del país asiático que lo hace tan diferente al occidental. Aquí casi no hay disparos ni acción trepidante, al protagonista le ocurren todo tipo de desgracias, se mezclan tramas personales como el enfrentamiento entre la esposa y la amante del protagonista, hay un humor que en historias de este tipo puede parecer fuera de lugar y la duración de más de dos horas amenaza con dejar fuera de juego a los que no estén acostumbrados. 


No obstante, como es normal en los thriller de este país, el argumento va avanzando a pasos lentos pero seguros sobre las espaldas de Song Kang-ho. Es de remarcar la banda sonora setentera, donde temas surcoreanos y japoneses se alternan con otros de grupos occidentales como Shocking Blue, Iron Butterfly, Tommy James & The Shondells o Jigsaw. En definitiva, muy recomendable.

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