Piltrafillas, la cinta de la que hoy os quiero hablar es la francesa La rose écorchée, una mezcla de estilos que aúna un erotismo muy light con una trama entre giallo y mad doctor, en escenarios a lo Hammer, con candelabros y saltos de cama vaporosos. Coescrita y dirigida por Claude Mulot –a quien ya conocíamos por su Le Couteau sous la gorge, vista aquí–, el argumento nos da a conocer a Frédéric Lansac, un pintor y botanista aficionado que con otro socio es propietario de un instituto de fitoterapia y conservación. El tal Lansac es un crápula que tiene tantas amantes como modelo, una de las cuales es Moira, una joven de la alta sociedad que se dedica a dar fiestas. Pero cuando Frédéric se está probando un disfraz para ir a una de esas fiestas conoce a Anne, una bellísima joven de la que queda prendado, tanto que no acude a la llamada de Moira y pasa la tarde con ella. A partir de ese instante, Frédéric abandonará su vida disoluta, centrándose en su trabajo y teniendo a Anne como única modelo, seguro de haber encontrado el verdadero amor. Con el tiempo, la pareja decide establecerse en una mansión familiar en el bosque en la que viven dos inquietantes enanos que la familia de Frédéric recogió de pequeños.
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