domingo, 11 de agosto de 2019

Hard Rock Zombies (1985)


Bueno piltrafillas, a ver cómo os cuento esto. Resulta que, después de engatusarlos, una autoestopista asesina a los chicos que la han recogido en la carretera. Luego conocemos a una banda de hard rock –los Holy Moses, si hacemos caso de lo que pone en su camioneta, aunque no tengan nada que ver con la mítica banda homónima alemana de speed metal– que se dirige a la remota ciudad de Grand Guignol para dar un concierto, aunque una jovencita llamada Cassie que se enamora del vocalista y bajista les advierte de que no serán bienvenidos. Cuando el grupo está a punto de llegar, recoge en la carretera a –¡bingo!– la misma chica sexy del inicio de la película, que les lleva hasta su casa y les ofrece alojamiento junto a su depravada familia. Pero antes del concierto, los miembros de la banda son detenidos y electrocutados. Todo parece estar en contra de que lleven a cabo su actuación. Además, en el pueblo no quieren que toquen porque se les acusa de –entre otras cosas– provocar la masturbación con su música. Y eso sin que os haya contado que la banda acaba asesinada por una familia de demonios. Pero no pasa nada, porque la joven Cassie los invoca y trae de nuevo a la vida, convirtiéndolos en una especie de imitadores afeminados de Immortal –en el maquillaje, que el sonido que tienen es cualquier cosa menos heavy–, que siguen tocando y que acabarán regresando a Grand Guignol para salvar al pueblo de los depravados que les asesinaron y ahora son zombies que amenazan a la población. 


En fin amiguitos, chistecitos con cabras, enanos que miran como sus abuelos fornican, un hombre lobo, el mismísimo Hitler, decapitaciones de pollos, miembros humanos conservados en formol... en resumen, una montaña de guano, mierda de la buena, basura nivel premium. La interpretación, la realización, el argumento, los efectos de maquillaje, la música... es todo tan patético que no os podéis perder esta Hard Rock Zombies. Es de esas películas que hay que afrontar con la mente muy abierta, ganas de reírse de todo y alcohol en lugar de palomitas. Puro trash VHS ochentero. Dirigida por un desconocido Krishna Shah –a saber si se trata de un pseudónimo– y protagonizada por E.J.Curse, Geno Andrews, Sam Mann o Jennifer Coe, lo interesante (¿?) es que la música corre a cargo de Paul Sabu, vocalista, guitarrista, productor, compositor y autor de numerosas bandas sonoras de cine y televisión que a lo largo de su carrera ha colaborado con intérpretes que van desde David Bowie y Madonna a Lee Aaron, Alice Cooper, Silent Rage o The Nelsons, entre otros. 


Por cierto, aunque poco tenga que ver con esta entrada, a los amigos de las anécdotas os diré que Paul Sabu es hijo de Sabu, aquel actor hindú al que muchos de nosotros conocimos las tardes de sábado en viejas películas de televisión como La pantera negra, El tesoro de Bengala, El niño de la selva o La mujer cobra. Lo dicho, de sofá y ron colombiano. 


Acompaño tema musical a modo ilustrativo del total desfase que existe entre la imagen de la banda –malotes y la edulcorada música de la película.

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