Pues ya está, por fin he visto la última genialidad de Quentin Tarantino, un director que no es que tenga una filmografía extensa pero que no tiene ni una sola película que no considere estupenda. Érase una vez en... Hollywood es su novena obra –si consideramos Kill Bill vol.1 y vol.2 como un todo– y, según ha afirmado el realizador, su penúltimo largometraje. Escrita, dirigida y coproducida por él mismo, la película cuenta con un reparto coral extensísimo encabezado por Leonardo DiCaprio y Brad Pitt en el que también aparecen Margot Robbie, Al Pacino o Bruce Dern, así como pequeñas colaboraciones de Michael Madsen, Damian Lewis, Zoë Bell o Luke Perry en la que sería su última participación en un largometraje antes de fallecer el pasado mes de marzo. La acción tiene lugar en el Los Angeles de 1969 –con sus neones, estudios de grabación, matinés, autocines, cantinas mexicanas o la mansión Playboy–, una época de transición en la que el viejo Hollywood está a punto de mutar en una nueva industria, con la ciudad como escenario de las reflexiones de Rick Dalton, un actor en el tercio final de su carrera, que ve como su estrella se va apagando con la llegada de nuevos ídolos. A su lado, el fiel Cliff Booth, doble de acción, amigo, chófer y chico para todo de Dalton, que se encuentra en el mismo momento existencial aunque unos peldaños por debajo desde el punto de vista económico. Todo ello ocurre mientras la secta de Charles Manson está en la ciudad y –oh casualidad– Roman Polanski y Sharon Tate viven en la mansión de Bel Air contigua a la de Rick Dalton.
Amiguitos, con motivo del estreno de Érase una vez en... Hollywood, estos días han proliferado las listas de las películas de Tarantino, clasificándolas de la mejor a la peor. Pero, ¿eso qué significa?. El cine, como ocurre en el arte en general, es subjetivo a más no poder por lo que esas listas en función del argumento, las interpretaciones, la fotografía o los diálogos... son un montón de guano. Así pues, yo debo deciros que la película me ha encantado y me ha hecho pasar unas horas metido en su argumento –por cierto, enorme homenaje a Hitchcock y sus mcguffin– haciéndome salir del cine con una sonrisa en la boca. Eso no significa otra cosa que Érase una vez en... Hollywood me ha parecido buenísima. Y no me importa ni me planteo si lo es más que The hateful eight o Pulp fiction. La película destila amor por los spaghetti western, las cintas bélicas, las coproducciones hispano-norteamericanas, las series de televisión y el oficio de actor en general –sí, y la podofilia también–, sin olvidar nunca a los dobles, por los que Tarantino siente un profundo respeto y que en esta ocasión tienen un protagonismo muy superior al de Zoë Bell en Deathproof, que vuelve a aparecer como esposa de Kurt Russell –guiño– pero sobre todo por la aplastante presencia de Brad Pitt llevando el peso de la cinta junto a un estupendo DiCaprio. Ambos están soberbios y son la cara visible de una industria que avanza sin piedad devorando a sus propios hijos –si eso pasaba a finales de los 60, imaginad ahora cuando el ritmo es mucho más vertiginoso– y acaso el retrato del mismísimo Tarantino, que quizás siente que ya no es el enfant terrible que con veintipico años rodó la transgresora Reservoir dogs.
En resumen, una puta pasada de película con humor, violencia y mucho amor por el oficio para disfrutar sin reservas. Y es que Tarantino podrá no gustarnos desde que él mismo reconoció haber mirado para otro lado cuando supo de los desmanes de su amigo Weinstein, pero es un cineasta que adora su trabajo. Por todo lo dicho, no os la podéis perder, seais seguidores o no del realizador. Por cierto, como en las entregas de Marvel, esperad a la escena postcréditos, entre amarga e hilarante.
Gracias por la recomendación sobre la escena tras los créditos. Nos quedamos solos en el cine, pero valió la pena. Tienen en el cine al que fuimos, se ve, la puta costumbre de encender las luces de la sala en cuanto comienzan a aparecer letras. Eso sí, magnífico sonido y magnífica pantalla que ayudan a disfrutar de la peli plenamente. Me gusta la crítica y estoy bastante de acuerdo con ella... pero no sé, no la veo una película que pase del seis y medio o siete. Me gustaron los constantes guiños al cine, y a la vida que lo rodea(ba), incluido esa referencia implícita al caso Manson-Polanski. Me gusta también, claro, dónde coloca la cámara Tarantino en todo momento. Es un maestro que se forjado a fuerza de ver y ver cine clásico, y a Leone, claro. No obstante, no veo que los diálogos sean geniales (como sí lo son otras veces en muchas de sus pelis) y la historia la encuentro demasiado dispersa. Quizá como la vida misma de dispersa, pero esto es cine, amigo, y el alargamiento innecesario de escenas casi prescindibles puede llegar a aburrir, y tratándose de Tarantino esto es delito doble. En fin, tampoco veo que la peli persiga una finalidad concreta. Se disuelve en aspectos secundarios y luego intenta salvarla mediante una escena final muy a lo Tarantino (lo del lanzallamas es de traca). En fin, algo así me ha parecido la peli (que es disfrutado, claro, pero lo justo). Un saludo.
ResponderEliminarGracias por contestar, jajaja. Lo quito enseguida ;)
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