Pues sí, piltrafillas, tal como corresponde con cada estreno del MCU, ayer fui al cine con mi hija para disfrutar de la nueva entrega de Marvel, esta vez con el trepamuros como protagonista absoluto. Dirigida por John Watts y protagonizada por Tom Holland, Zendaya, Jacob Batalon y Jake Gyllenhaal entre otros, con Marisa Tomei, Samuel L. Jackson y Jon Favreau, una definición resumida de Spider-man: Far from home podría ser "comedia romántica adolescente con escenas de acción espectaculares y mucho CGI". En cuanto a cine de superhéroes, pues no exactamente. Y es que aquí no encontramos un personaje o grupo de personajes embarcados en una misón épica en la que sus habilidades o poderes se ponen al servicio de la salvaguarda del futuro de la humanidad –aunque de refilón podamos asistir a algo parecido–, sino a un adolescente cansado y algo hastiado por la responsabilidad que le ha caído encima, al que sólo le interesa ligarse a la chica de la que está enamorado. En ese sentido, es por una parte la cinta más infantil y menos superheroica de la saga aunque por otro es la más real, al humanizar al personaje hasta el extremo. Aquí no se respira –hasta bien entrado el argumento– la inquebrantable determinación y sentido del deber que imbuye de una manera humanamente poco fidedigna a otros personajes del universo marveliano. Aquí, Peter Parker no quiere más que besar a su chica y descansar de su extenuante doble vida.
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