domingo, 16 de diciembre de 2018

El Capitán (2017)


Mi segunda reseña del día es para la alemana El capitán, una cinta escrita y dirigida por Robert Schwentke que nos muestra un descarnado retrato de lo más bajo de la condición humana ambientado en la Alemania nazi de finales de la Segunda Guerra Mundial. Protagonizada por Max Hubacher en el papel protagonista, la historia que se nos cuenta es la de uno de los muchos desertores que desanimados, cansados y hambrientos abandonan las filas de un ejército desintegrado. Con el III Reich desmoronándose, la policía militar dispara contra sus compatriotas o los interna en campos, acusados de traición. Así mismo, la muerte es el castigo para delitos como robar huevos o un poco de carne. En ese entorno, el protagonista –tras escapar de milagro de sus perseguidores– encuentra el vehículo y el uniforme de un capitán de la Luftwaffe y cambia su identidad por la de Willi Herold, inventando una misión secreta encomendada por el mismísimo Adolf Hitler consistente en informar a Berlín de las condiciones de los soldados en el frente. En su periplo irá recogiendo soldados que han quedado aislados e ira convirtiéndose en un perverso degenerado que con total impunidad se dedica a asesinar y a llevar su delirio hasta límites que rebasarán toda moralidad y humanidad. 


En ese sentido, El Capitán es otra de esas películas que trata un tema muy presente en el subconsciente alemán –otros films como Die Welle o Das Experiment también tratan sobre ello–, la maldad inherente al ser humano y con qué facilidad es capaz de abandonar esa pretendida humanidad para convertirse, a poco que se le presente la oportunidad, en un animal sin respeto por la vida del prójimo ni la menor empatía por el sufrimiento ajeno. Lo peor de todo es que la historia está basada en un hecho real. El eterno dilema es saber si cualquiera de nosotros puede convertirse en un asesino o si sólo aquellos que ya son asesinos en potencia desarrollan un comportamiento inmoral cuando se dan las circunstancias propensas. La respuesta da miedo, amigos. En fin, que El Capitán es una película en blanco y negro que se llevó el premio a la mejor fotografía en el Festival de San Sebastián, preciosa en el aspecto visual pero que resulta incómoda de ver porque nos muestra realidades que no son fáciles de aceptar. Además, parece que Schwentke –en las escenas de los créditos finales que no os desvelaré– haya querido alertarnos del peligro que actualmente corremos, en una Europa a la que han regresado los postulados de la extrema derecha. No aprendemos.

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