viernes, 14 de diciembre de 2018

Deep Purple – Stormbringer (Purple records – 1974)


Pues sí, amigos del vinilo, después de todos estos años nadie ha hablado hasta hoy –alguien podría decir que por algo será– de Stormbringer, el noveno disco en estudio de la banda de Ritchie Blackmore y compañía, aunque en esta ocasión quizás deberíamos decirlo al revés. Y es que si en Burn, tras la marcha de Ian Gillan y la llegada a Deep Purple de Glenn Hughes y David Coverdale, la unión de diferentes visiones de sentir la música dio como resultado un álbum variado, riquísimo y genial, en esta ocasión los chicos nuevos del grupo se hicieron con el timón y condujeron la nave hacia mares en los que blues, soul y funk soplaban con más fuerza que los vientos de hard rock clásico. Hugues siempre ha alabado el trabajo de Blackmore en este disco pero, no nos engañemos, el peso de Ritchie en la composición y arreglos de los temas de Stormbringer –quizás porque estaba inmerso en un proceso de divorcio con Margit Volkmar, porque echaba de menos a Glover o porque veía como algunas de sus composiciones eran rechazadas por el nuevo núcleo duro de la banda y eso le hinchaba las pelotas– fue mucho menos determinante que en los álbumes iniciales. Como ya sabemos, todos esos factores acabaron provocando su primera espantada de la banda que ayudó a fundar, su traslado a los Estados Unidos y la puesta en marcha de Rainbow. Pero antes grabó un más que digno disco que, de todas formas y salvo temas puntuales, casi nadie considera de sus favoritos de Deep Purple, acaso injustamente. 

Producido por Martin Birch y la banda en los Musicland studios muniqueses –con retoques adicionales en The Record Plant–, el line up fue el mismo Mark III que grabó su anterior obra, con David Coverdale a las voces, Glenn Hughes al bajo y voces, Ritchie Blackmore a las guitarras, Ian Paice a la batería y Jon Lord a los teclados y el Hammond. La portada fue un diseño de Ed Thrasher y Joe Garnett Design sobre una fotografía original de Lucille Handberg, a la que colorearon e incluyeron un pegaso en la tormenta entre rayos de colores. 


El track list fue: 

A 
Stormbringer 
Love don’t mean a thing 
Holy man 
Hold on 

B 
Lady double dealer 
You can’t do it right (with the one you love) 
High ball shooter 
The gypsy 
Soldier of fortune 

La primera canción que escuchamos es Stormbringer, la que da título al álbum y la que siempre me ha parecido que guarda más relación con el sonido del Burn con unos solos de Blackmore magistrales. Más funky resulta Love don’t mean a thing, en la que Coverdale y Hugues se reparten de nuevo las voces. Instrumentalmente, destacan más las líneas de bajo que la guitarra de Blackmore y hay momentos de la canción que, más que a él, me parece estar escuchando a Jimmy Page. Un temazo cargado de sentimiento es Holy man –con Hughes a las voces–, otro de los que brillan en un estilo diferente al habitual. Aún así, Ritchie aporta un simple pero delicado solo. La cara finaliza con la estupenda Hold on, un tema con mucho groove, coros matadores y un bajo soberbio. Es otra de las que Coverdale y Hughes alternan labores vocales y en las que el sonido de guitarra no es el habitual de Blackmore, aunque está que se sale. 

Lady double dealer es otra de las que tiene un sonido más parecido a su anterior trabajo, un tema rápido con un Blackmore desatado en el solo, un Paice machacón y un Lord que –como casi en todo el disco– se escucha sepultado bajo el resto de instrumentos. You can’t do it right es otro tema funky en el que a uno le dan ganas de bailar y hacer palmas en lugar de air guitar. High ball shooter es más rockera y nos permite escuchar un solo de Lord, pero no destaca demasiado en el conjunto. Todo lo contrario que The gypsy, un temazo en el que Blackmore vuelve a lucirse mientras Paice marca el tempo junto al bajo de Hughes, que vocalmente también está fantástico. Y la guinda –vaya guinda, amigos– la pone Coverdale con la emotiva Soldier of fortune en la que siempre he encontrado mucha semejanza con Catch the rainbow


Total, que pese a no ser uno de los top album de la banda –Ritchie, más por despecho que por otra cosa, siempre ha declarado que le parecía una mierda–, es otro de los imprescindibles de la historia del hard rock del siglo pasado y podéis encontrarlo en vinilo fácilmente, al menos en la edición española de EMI ODEON que hoy os muestro y que adquirí no hace mucho tiempo. 







¡Feliz viernes! 
@KingPiltrafilla

Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com

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