Mi segunda reseña de hoy es para una notable Land of the Minotaur, una cinta griega dirigida por Costas Carayiannis que desprende una atmósfera a producción de la Hammer bastante lograda, pese a cambiar los castillos o mansiones señoriales por una ermita en los Balcanes y una cueva en la que tienen lugar extraños ritos en honor de un toro antropomorfo de piedra que escupe fuego. El argumento nos cuenta como en una pequeña localidad griega desaparece una pareja de turistas interesada en el Minotauro sin que a nadie le importe. El Padre Roche, un sacerdote neoyorquino de origen irlandés que está al cargo de una vieja ermita, lo denuncia a la policía pero no le hacen ni caso. Cuando tres jóvenes norteamericanos visitan al párroco y le cuentan que quieren visitar las ruinas arqueológicas que hay en la zona, Roche les previene pero no puede evitar que desaparezcan también. Entonces, el sacerdote contacta con Milo, un antiguo alumno de Nueva York que ahora es detective privado y le pide ayuda. Cuando Milo llega al pueblo para encontrarse con el Padre Roche, coincide con Laurie –novia de uno de los turistas desaparecidos– y los tres inician una búsqueda que les llevará hasta el misterioso Barón Corofax.
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