Sigo con la pintura, esta vez con la libanesa Annie Kurkdjian, una artista que reside en su Beirut natal y –en lugar de representar en sus óleos un mundo ideal u onírico en el que escapar de los horrores de la contienda civil que le tocó sufrir– dedica su obra al estudio del miedo y la psicosis, estableciendo espacios en los que la metáfora sirve de vehículo al trauma que supuso para ella y otros artistas de su generación la barbarie de la guerra.
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