viernes, 7 de septiembre de 2018

Arch Enemy – Will to power (Century media -2017)


Amigos, abandono los habituales 80 en los que acostumbro a moverme en estas entradas y me planto en el siglo XXI con un vinilo reciente. Lo cierto es que descubrí tarde a los suecos Arch Enemy, con su Rise of the tyrant, y además de quedarme encantado con temas como I will live again o Revolution begins (una labor de investigación me llevó también a enamorarme de My apocalypse, de su anterior lanzamiento), me maravillé con la voz de Angela Gossow, una bestialidad gutural que parecía no casar con ese cuerpo esbelto de rubia valkiria renana. Pese a ello, aunque su posterior lanzamiento Khaos legions contenía trallazos como Yesterday is dead and gone, Bloodstained cross o Under black flags we march, tampoco me hice –por poco– con el vinilo. Total, que no siendo un gran seguidor de la banda, la marcha de Angela me sorprendió pero no supuso ningún drama. Huelga decir que la llegada de la nueva cantante y el lanzamiento de un nuevo álbum –del que apenas llamó mi atención el tema título War eternal– tampoco me convirtieron en un fanático de los Arch Enemy


Ah amigos, pero resulta que el año pasado, al escuchar los temas de este Will to power –no sé la razón pero fue así–, Alissa y sus compañeros me atraparon de tal manera que decidí, estooooo... bajarme el álbum, que se convirtió en uno de mis favoritos de 2017. Por eso, cuando vi la edición en bonito vinilo verde, pensé que era la ocasión para hacerme con el disco y así tener al menos una de las grabaciones de la banda. Y esa es la que hoy os presento, la reedición de este mismo año en edición limitada a 500 copias –incluye el CD– de la primera obra con el guitarrista Jeff Loomis de Nevermore en el line up. El resto de la banda son Michael Amott a las guitarras, Daniel Erlandsson –su mano derecha– a la batería, teclados y sintetizadores, Alissa White-Gluz a las voces, Sharlee D’Angelo al bajo, y la colaboración de Jens Johansson a los teclados y del hermanísimo Christopher Amott a los teclados y guitarras en un tema. 


Con una bonita portada de Alex Reisfar y producido por Michael y Daniel en los Sweetspot studios de la campiña sueca, el track list es el que sigue: 

A 
Set flame to the night 
The race 
Blood in the water 
The world is yours 
The eagle flies alone 
Reason to believe 


B 
Murder scene 
First day in hell 
Saturnine 
Dreams of retribution 
My shadow and I 
A fight I must win 

Set flame to the night es una intro instrumental que da paso a The race, enérgica y machacona, con algunos cambios de ritmo y estupendas guitarras. Muy pegadiza. Blood in the water es heavy metal con un ritmo idóneo para el headbanging, otro temazo con arreglos guitarreros que engancha a la primera. The world is yours es un trallazo en el que Erlandsson machaca su instrumento sin descanso, aunque salpicado de esos pasajes melódicos a los que Arch Enemy nos tienen acostumbrados. The eagle flies alone es otro tema típico de la banda, con esa mezcla de melodía, thrash, death y metal clásico característica. Y Reason to believe es la sorpresa del álbum, una preciosa balada –según los cánones de la banda, claro– en la que podemos escuchar a Alissa cantando con una voz limpia. Una delicia para cerrar la cara A. 


Pero la caña regresa con Murder scene, otro estupendo tema aunque menos novedoso que los enteriores. Y es que, como ocurre con una First day in hell que trae recuerdos de anteriores sonidos ya escuchados, la fórmula musical de Arch Enemy del riff machacón+doble bombo+voz gutural deja poco margen a la innovación, algo a lo que quizás pueda ayudar Loomis con su guitarra, añadiendo algunas florituras aquí y allá. Saturnine es un corto y sencillo interludio instrumental que sirve de preámbulo a Dreams of retribution, un estupendo tema con inicio malmsteeniano que rapidamente se transforma en un trallazo de pinceladas neoclásicas con arreglos de teclados en el que seguramente Johansson se sintió más que cómodo, otro de los momentos destacables del disco. My shadow and I es más de lo mismo, aunque no por eso menos disfrutable y el punto final al álbum llega con A fight I must win, otro temazo que –si no fuese por el doble bombo– tiene más de heavy rock clásico que de death melódico y que le deja a uno con ganas de volver a zambullirse en el disco con –por supuesto– los aurticulares bien ajustados en las orejas para no perderse ni un matiz. 


En resumen, un más que recomendable trabajo de estos suecos que debéis escuchar sin falta si no lo hicisteis el año pasado. 

¡Feliz viernes! 
@KingPiltrafilla

Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com

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