Amiguitos, salvo algún momento puntual en el que descargó sobre la ciudad una tormenta estival –tan intensa como breve–, el tiempo de estos días, tanto en Praga como en Budapest, se ha caracterizado por el sol y las temperaturas elevadas. Y ya sé que hay que beber mucha agua y que el alcohol deshidrata, pero la verdad es que en una ciudad como esta se hace difícil no disfrutar de la cerveza a todas horas. Staropramen, Pilsner Urquell, Krušovice, Bernard –de estas últimas, también sus negras– o Lobkowicz, no os miento si os digo que no he bajado de los dos litros y medio diarios.
Parte 1
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