Amiguitos, más vale tarde que nunca así que hoy voy a recomendaros la visión de esta joya titulada Tres anuncios en las afueras –en las afueras de Ebbing, Missouri, que es lo que pone en el título original por mucho que en realidad se trate de una población ficticia y la cinta se haya rodado en Sylva, Carolina del Norte (1)– a la que también he llegado con algo de retraso. Escrita y dirigida por Martin McDonagh, que ya nos regaló hace años la recomendable Escondidos en Brujas –ver aquí–, cuenta con la participación de Woody Harrelson y los galardonados Frances McDormand y Sam Rockwell que se llevaron sendos premios a mejor actriz y actor de reparto, tanto en los Oscar como en los Globos de oro. La historia que explica es la de Mildred Hayes, madre de una joven violada y asesinada que, cansada de que la Policía no avance en su investigación, contrata unas vallas publicitarias en la carretera de entrada al pueblo para dar a conocer el caso a la vez que responsabiliza al jefe Willoughby de pasividad.
La verdad es que comienza Tres anuncios en las afueras y uno ya advierte en sus fotogramas que cada uno de ellos es una fotografía preciosa –que apenas fue nominada a los Satellite Awards, perdiendo a favor de Blade Runner 2049–, haciendo que el espectador se arrellane en la butaca dispuesto a disfrutar de una gran película. Esta prosigue avanzando a lomos de diálogos inteligentes y afilados, mientras le atrapa a uno con la amarga historia de esa mujer con unos ovarios del tamaño del Hindenburg, casi tan grandes como el sentimiento de culpa que lleva sobre sus hombros. Drama, comedia, mala leche y humor, todo mezclado para hablarnos en realidad del racismo que aún hoy en día continua existiendo en las comunidades del sur de los Estados Unidos o de la responsabilidad de la Iglesia en los casos que en su seno se han dado de abuso infantil. Y es que la historia principal es lo de menos en esta cinta que, quizás por eso mismo, finaliza de una manera algo abrupta. También es cierto que, aunque los premios que ha recibido me quiten la razón, no creo que se trate de una película redonda. Sin embargo, sobre todo gracias a la inmensa McDormand, esas transiciones del drama contenido a la comedia de trazo grueso algo chirriantes o la utilización de algunos estereotipos facilones quedan disimulados en el notable envoltorio que construye McDonagh. No os la perdáis.
(1) Mi abuela sí que era Carolina del Norte, que ese era su nombre y había nacido en Barakaldo. Nada, una tontería que no tiene relación con la reseña de hoy pero que, a modo de recuerdo cariñoso, he querido compartir con vosotros.
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