Es el momento de comentaros mis impresiones sobre Detroit, otro de esos estrenos por los que me ha costado decidirme y que al final lo he hecho porque mi esposa tenía ganas de verla. Dirigida por Kathryn Bigelow con guión de Mark Boal, quien ya había colaborado con la realizadora en sus dos anteriores En tierra hostil y Zero Dark Thirty –ambas reseñadas en este espacio–, cuenta con un extenso reparto encabezado por Algee Smith, John Boyega y Will Poulter y basa su argumento en los descontrolados disturbios raciales que tuvieron lugar en Detroit en verano de 1967 –pocos meses después de que este que os escribe abriese los ojos por primera vez– y en particular en las vidas de las personas envueltas en los sucesos del Motel Algiers. En más de dos horas de metraje, Bigelow nos muestra los hechos violentos que pusieron patas arriba buena parte de la ciudad de Detroit y que forzaron el envío a la ciudad de unidades de la policía estatal, la Guardia Nacional y el ejército, que se sumaron a los efectivos de la policía de Detroit y convirtieron en zona de guerra a la capital de Michigan.
Amiguitos, si algo queda claro con Detroit es que Kathryn Bigelow sabe como transmitir la tensión del momento. Con sus movimientos de cámara sin descanso y sus primeros planos, hay momentos en los que uno se siente incómodo con lo que está viendo y desea que acabe la angustia de alguna manera. Por otra parte, la interpretación de un estupendo Will Poulter como racista y violento policía de Detroit le convierte en uno de los personajes más odiosos y antipáticos del cine reciente y transmite al espectador la rabia que ante comportamientos como el suyo sentía la población negra de finales de los 60 en Estados Unidos, con un sistema que –pese a la voluntad de algunos que estaban dispuestos a cambiar las reglas– seguía considerando a la población afroamericana como seres inferiores. En fin amiguitos, una película injustamente olvidada en las nominaciones a los Oscar a la que algunos califican como obra maestra –está muy bien pero no creo que sea para tanto– y que resulta incómoda de ver por lo actual que parece, ya sea desde el punto de vista del racismo como del puro abuso de autoridad. Hemos avanzado bien poco.
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